sábado, 23 de julio de 2016

Bariloche - Día 8

Y llegó el día del culipatín.

La meteoróloga residente de la familia había dictaminado que, habiendo nevado ayer y estando pronosticado sol hoy, era por tanto el día ideal para hacer la ascensión al Cerro Otto, la excursión recomendada para iniciar a los niños en los deportes invernales con sus pistas de culipatín.

Amaneció con mucho frío. El termómetro estaba bajo cero y al salir nos encontramos con el auto congelado. Literalmente. Estaba completamente cubierto de hielo y hasta se le había formado escarcha en el parabrisas del lado de adentro.


Descongelado el auto partimos rumbo al teleférico y de ahí subimos a la montaña. El paseo fui muy tranquilo, aunque Victor dijo tener un poquito de miedo. Una vez arriba encaramos para la pisa de culipatín y empezó la diversión.

A Víctor le costaba un poco más dominar el arte del culipatín y recién a la tercera vez le salió bien. Tomi en cambio le agarró la mano de una y trataba cada vez de ir más rápido. La subida en escalera a la posición de largada, las caídas y el "remar" con los pies para retomar velocidad lo terminaron cansando a Víctor, que a los 40 minutos no quiso seguir. Tomi en cambio, pura felicidad, no paró en toda la hora que duraba el pase.







De ahí nos fuimos a almorzar pero como la confitería giratoria estaba repleta fuimos al snack bar de abajo. No giraría pero la vista de las nubes y los picos nevados era preciosa igual. Por la tarde me tocó a mí hacer culipatín. El circuito de adultos era de 500 metros, con una curva al fondo del primer tramo y un funicular esperando al final para volver a subir. Fueron tres descensos, muy divertidos.



Cansados, volvimos para el bungalow y compramos unas facturas para el mate. Mañana, con suerte, nieva de vuelta!

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