domingo, 31 de julio de 2016

Bariloche - Días 9, 10, 11 y 12

Tarde pero seguro. El viaje tocaba a su fin y poco era lo que quedaba pendiente de contar.

El domingo estaba pronosticado nevada pero si bien amaneció gris y frio no había un sólo copo de nieve a la vista, por lo que decidimoss volver a intentar el paseo al cerro Tronador. El viaje por la ruta 40, bordeando los lagos Gutierrez y Mascardi es por supuesto preciosa y una vez que llegamos al extremo sur del Mascardi (que hace una U) ingresamos en un camino de tierra que no llevaba al cerro.

Desafortunadamente el camino en su tramo final sólo era apto para 4x4 con cadenas de nieve, por lo que no podíamos llegar. De todas maneras se ve que el guardaparques nos vio responsables porque nos dejó pasar hasta la zona de Los Rápidos (unos 14 Km) a partir de donde el camino se hacía mano única de subida a esa hora y no había forma de volver sin llegar al final.

Nos metimos entonces en un camino de tierra y nieve que vaya a saber uno por qué consideraban de doble mano, si sólo entraba un coche. No quiero imaginarme lo que sería el de mano única. El paisaje bellísimo, aunque la ruta tenía tramos no aptos para Mamá. Llegamos a Los Rápidos pero como Tomi no quiso bajar emprendimos la vuelta al poco tiempo, después de ir con Victor al puente a sacar unas fotos de las truchas. Volvimos al bungalow temprano y almorzamos ahí, pero la nieve se hizo esperar todo el día y recién cayó por la noche. 

Al día siguiente, el último en Bariloche, tocaba comprar los regalos. Lo único que voy a decir al respecto es que la chocolatería Mamushka hace verdadero arte con el chocolate. Fuimos finalmente al Centro Cívico, el cual estaba bastante desmejorado por las pintadas, ya que se ve que a alguien le pareció buena idea decorar toda la plaza y el monumento a Roca con estenciles de los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo. Luego volvimos a preparar las valijas, ya listos para emprender el regreso.

La vuelta iba a ser en sólo 2 días, con noche en General Acha, La Pampa. Salimos a las 9 de Bariloche con temperaturas bajo cero. El contraste con la llegada en la zona del alto valle del Limay era muy notoria ya que a la ide era todo verde y ahora estaba nevado. La ruta por suerte esta ba despejada de nieve y sólo tenía una mínima condensación de cristalitos de hielo que no afectaban el manejo. Vane mientras tanto desfallecía con un dolor de cabeza terrible.

A medida que nos acercabamos a la zona de Collón Curá la temperatura fue bajando hasta -5°C y además nos metimos en una nube tupida. Igual fuimos tranquilos en caravana a buena velocidad, pasamos las nubes y salimos de la zona de montaña para meternos en la estepa. Paramos en Picún Leufú a cargar nafta en lo que según Google era una YPF pero en realidad era unas estación de bandera blanca sin casi ningún servicio. Lo más problemático fue la falta de WiFi porque se me había borrado el itinerariodel teléfono y una vez que salieramos de Neuquén no esta del todo seguro de por donde tomar.

Segimos viaje rumbo a La Pampa, para lo cual pasamos por la autopista de circunvalación de Neuquén, que bordeaba los pozos petroleros al oeste de la ciudad y al terminar la misma en la ruta provincial 7 volvió la señal 3G, por lo que aproveché un semáforo para actualizar el itinerario. Menos mal que lo hice porque casi seguro que al cruzar el río Neuquén (por un dique de más de 100 años con una ruta de una sola mano encima) para entrar en Rio Negro nos hubieramos perdido ya que no estaba señalizada la ruta indicando ninguna de las ciudades por donde sabíamos que íbamos a pasar.

La ruta nacional 151 que nos llevó a La Pampa, es por lejos la peor mantenida de todas las que transitamos. Los primeros kilómetros en Barda del Medio y los últimos cerca de 25 de Mayo estaban destruidos y en la mayoría del resto estaban marcados los surcos de las ruedas de los camiones. La zona es una estepa deshabitada llena de pozos de petróleo.

Una vez llegados a 25 de Mayo, La Pampa, paramos en la estación de servicio y hotel "Conquista del Desierto", ubicados en el cruce con la ruta provincial del mismo nombre. Nuevamente nos tocaba recorrer una ruta que durante 200 Km corría mayormente en línea recta. Lo interesante de esa ruta (si es que tiene algo) es la evolución gradual de la vegetación que pasa de un paisaje de estepa desértica, con vegetación baja y espinosa, tierra seca y nada de verde en 25 de Mayo al típico paisaje pampeano de campos de pastura para las vacas y sembradíos de soja en la zona de General Acha.

Llegamos al hotel poco después de las 18, más de 9 horas manejando casi de corrido. Vane seguía con migraña y se quedó durmiendo mientras que yo fui a cenar con los nenes a un par de cuadras del hotel. El Hotel Traful no era la gran cosa pero era más que adecuado a los fines de pasar la noche y muy económico.

Al día siguiente, con Vane recuperada, salimos nuevamente a las 9 horas para encarar el tramo final. Terminamos de atravesar La Pampa sin haber visto un solo ombú, ni siquiera en la rotonda de acceso a Santa Rosa, donde bien podrían haber puesto uno en lugar del monumento insípido que había. Creo que algo de vergüenza debe darles el hecho a los pampeanos porque en el cartelito que te deseaba buen viaje en el límite con Buenos Aires había un dibujo de uno.

La siguiente parada planificada fue Pehuajó, donde cargamos nafta, almorzamos y nos sacamos fotos en la estatua de Manuelita. Digo planificada porque al llegar a Suipacha el auto me empezó a recalentar y tuve que parar. Evidentemente la chica de la estación de servicio de General Acha al revisar el agua dejó mal cerrada la tapa del radiador y se me evaporó el agua por ahí. Cargamos agua y seguimos el viaje, ya con mucho tránsito. es increible que la ruta 5 todavía no sea doble mano, al menos desde Pehuajó. Finalmente poco después de las 17 llegamos a casa, yo bastante molido y los nenes felices de poder estirar las patas. 

Eso fue todo, hasta el próximo viaje.
 

sábado, 23 de julio de 2016

Bariloche - Día 8

Y llegó el día del culipatín.

La meteoróloga residente de la familia había dictaminado que, habiendo nevado ayer y estando pronosticado sol hoy, era por tanto el día ideal para hacer la ascensión al Cerro Otto, la excursión recomendada para iniciar a los niños en los deportes invernales con sus pistas de culipatín.

Amaneció con mucho frío. El termómetro estaba bajo cero y al salir nos encontramos con el auto congelado. Literalmente. Estaba completamente cubierto de hielo y hasta se le había formado escarcha en el parabrisas del lado de adentro.


Descongelado el auto partimos rumbo al teleférico y de ahí subimos a la montaña. El paseo fui muy tranquilo, aunque Victor dijo tener un poquito de miedo. Una vez arriba encaramos para la pisa de culipatín y empezó la diversión.

A Víctor le costaba un poco más dominar el arte del culipatín y recién a la tercera vez le salió bien. Tomi en cambio le agarró la mano de una y trataba cada vez de ir más rápido. La subida en escalera a la posición de largada, las caídas y el "remar" con los pies para retomar velocidad lo terminaron cansando a Víctor, que a los 40 minutos no quiso seguir. Tomi en cambio, pura felicidad, no paró en toda la hora que duraba el pase.







De ahí nos fuimos a almorzar pero como la confitería giratoria estaba repleta fuimos al snack bar de abajo. No giraría pero la vista de las nubes y los picos nevados era preciosa igual. Por la tarde me tocó a mí hacer culipatín. El circuito de adultos era de 500 metros, con una curva al fondo del primer tramo y un funicular esperando al final para volver a subir. Fueron tres descensos, muy divertidos.



Cansados, volvimos para el bungalow y compramos unas facturas para el mate. Mañana, con suerte, nieva de vuelta!

Bariloche - Día 7

Nieve!

El pronóstico no falló y poco después del desayuno comenzó una garúa finita que de a poco se convirtió en aguanieve y luego en una nevada hecha y derecha. El jardincito del bungalow fue la primera parada para ver nevar y de paso robarle a Vane un beso bajo el muérdago.

A eso siguió una bajada a la playa acompañados por Negro, el perro de los bungalows, el cual se mostró muy interesado en jugar con los peques, trayendoles un palo para que se lo tiren. Por supuesto, dada la puntería de Tomi el palo no tardó en caer al agua. ¿Creen que el perro se amilanó? Ni ahí. Con nevada y todo, y el agua a 7°C según nos dijeron, el perro se largó a nadar para recuperar el palo, no una sino varias veces. Un verdadero osado.





La nevada se tomó un intervalo de aguanieve y volvimos al bungalow pero al rato volvió a nevar y nos dirigimos a la playita de la Bahía Serena donde jugamos un buen rato más, sacamos fotos e hicimos un muñeco de nieve. Después volvimos a casa para almorzar.







Por la tarde fuimos de compras al centro, pero no al centro de los turistas sino a donde compran los lugareños. Vane necesitaba unas botas que no se le resbalaran tanto en el hielo ya que en el Catedral se fue al piso tres veces y no queríamos que le pase lo mismo en el Otto. Conseguimos una zapatería re barata donde compró un par de borceguíes por $650!

Por la noche se me dió por hacer la gran Francis Malmann y hacer un asado en la nieve. Compré salchicha parrillera, morcilla común y vasca, vacío y pechito de cordero y me lancé a la aventura. El primer problema fue que si bien el fuego encendió bien, me costaba lograr encender todos los carbones. La parrilla tipo tambor no tenía enrejado removible y era muy difícil maniobrar las brasas.

Como el hambre picaba, ni bien logré una superficie de fuego suficiente puse las papas a hacerse en las brasas y la salchicha y las morcillas a la parrilla. Dejé la carne fuera del fuego directo y cerré la tapa del tambor para conservar el calor. Tardó pero finalmente comimos un muy rico asado nevado!





viernes, 22 de julio de 2016

Bariloche - Día 6

Después de la lluvia, vino el sol. El día amaneció muy frío pero soleado, así que decidimos hacer hoy la excursión lacustre a Isla Victoria y Bosque de Arrayanes.

Luego de desayunar partimos a las apuradas hacia Puerto Pañuelo ya que nos habíamos levantado bastante tarde y el barco salía a las 10:00. Al salir encontramos que los charquitos de lluvia de ayer se habían congelado, para el deleite de los nenes que se pudieron a "chapotear" en el hielo. También se había congelado el agua sobre el auto, incluido el parabrisas que tenía una capa blanca cubriéndolo.

Llegamos a Puerto Pañuelo a tiempo pero ya no había lugares. El catamarán Cau Cau no tenía lugares en todo el día mientras que el barco Modesta Victoria sólo tenía lugares en la excursión de la tarde y sólo iba al Bosque de Arrayanes porque en Isla Victoria no había suficiente agua en el puerto. Compramos los boletos y nos volvimos. En el trayecto les preguntamos a los chicos si se animaban a subir en aerosilla al Cerro Campanario. Como dijeron que sí, alla fuimos.

La subida (no apta para Mamá) la hice con Tomi y Victor fue con Vane. Tomi estaba un poco preocupado por qué pasaría si nos caíamos. Como estábamos a unos 6 metros de altura, le dije que probablemente nos golpearíamos un poco pero nada muy grave. Igual estuvo tranquilo. Arriba nos esperaban vistas espectaculares y más hielo donde Tomi se dedicó a jugar. Bajé con Victor, que estaba re tranquilo, sentadito quieto mirando el paisaje (menos apto para Mamá todavía). A los nenes les gustó mucho la experiencia.





A la tarde fue el turno de la excursión lacustre. Luego de una cola enorme para pagar la tasa de embarque nos subimos al Modesta Victoria, embarcación histórica que navega el Nahuel Huapi desde 1938. La verdad, fue mucho más bonito el viaje que si hubiese sido en catamarán. Como el clima estaba lindo fuimos casi todo el tiempo en la cubierta de proa admirando el paisaje mientras los peques jugaban a los piratas entre las cosas que estaban en cubierta. El lago estaba muy calmo y la vista despejada, así que pudimos disfrutar mucho el viaje.

Llegamos a la península Quetrihué, recorrimos el bosque por el sendero (¿hace falta que diga por enésima vez que todo es hermoso?), recorrimos un poco la playa y de ahí volvimos al barco. Como fuimos de los primeros en llegar (el barco estaba completo) pudimos conseguir una mesita en la zona de popa donde nos sentamos a tomar unos mates. Después volvimos a salir a cubierta para el paso por la Isla Centinela, donde descansan los restos del perito Moreno. El barco puso los motores al mínimo y tocó tres bocinas para saludarlo, en una ceremonia que fue muy emotiva.










De a poquito se acercaban desde la cordillera las nubes que presagiaban nieve para el día siguiente. Llegamos a Puerto Pañuelo y volvimos a casa. Nos esperaba un gran día

miércoles, 20 de julio de 2016

Bariloche - Día 5

Finalmente llegó el día de la nieve!

O mejor dicho, del agua. Amaneció frío y lluvioso por lo que fuertemente abrigados partimos rumbo al Catedral con esperanza de encontrar una nevada. Desafortunadamente ahí también lloviznaba y la nieve acumulada se estaba convirtiendo en hielo. Por suerte estábamos cubiertos con camperas impermeables y botas, así que ni la llovizna ni el frío nos detuvieron. Dimos varias vueltas por la base y averiguamos para subir en teleférico, pero solo el primer tramo estaba habilitado y el guarda mucho que no nos recomendó tomarlo porque sólo había aguanieve en esa bajada.

Fuimos a una placita donde unos chicos estaban practicando saltos de skate pero con esquís y ahí jugamos un poco con la nieve, pero a Tomi se le mojaron los guantes (no eran impermeables) y se le enfriaron mucho los deditos, así que fuimos en busca de un lugar calentito.

Almorzamos algo en la base esperando a ver si el clima mejoraba pero no hubo suerte, así que emprendimos la retirada. En ese momento la llovizna amainó un poco y encontramos nieve más o menos blanda a la vera del camino de vuelta al estacionamiento, así que pudimos jugar un poco más e inclusive hacer un pequeño muñeco de nieve.








Volvimos al bungalow y el plan era por la tarde ir al Centro Cívico, comprar guantes impermeables, tomar un chocolate caliente de merienda y retirar la foto que nos sacamos los cuatro con el San Bernardo. Hicimos todo eso salvo ir al Centro Cívico, ya que nos colgamos y después del chocolate con churros en Friends nos olvidamos de visitarlo. La próxima será.




martes, 19 de julio de 2016

Bariloche - Día 4

Evidentemente el viaje nos agotó, ya que anoche dormimos 10 horas seguidas. Ya bien descansados, nos dispusimos a desayunar con una hermosa vista del lago a través de la ventana de la cocina.


Hoy hubo un pequeño cambio de planes. Dado que está pronosticado lluvia en la ciudad y nevada en los cerros para mañana, decidimos hacer hoy la recorrida de Circuito Chico y Colonia Suiza, dejando la nieve para mañana. Mucho para comentar no hay, las fotos lo dicen todo.

Lo más lindo fue la emoción de Tomi al "explorar" un camino volviendo de Lago Escondido, el cual resultó ser un "atajo" hacia la ruta donde habíamos dejado estacionado el auto. También se emocionó "explorando" en el arroyo La Angostura, que une el lago Perito Moreno al Nahuel Huapi. Ahí "descubrió" un camino que llevaba al lago Perito Moreno, donde soplaba un viento fuertísimo.

De ahí fuimos a almorzar a Colonia Suiza y paramos en un lugar muy pintoresco llamado El Portal. Lo gracioso es que viendo la página de Facebook parece que más que Suizos son Gitanos. La comida igual era típicamente de la zona. Los nenes almorzaron una trucha al limón y nosotros cordero a las finas hierbas.

Después del almuerzo la idea era visitar el cerro tronador pero ya no nos daba el horario para entrar, así que después de pasar por el Punto Panorámico (lleno de egresados) nos volvimos para el bungalow. Mañana será otro día.

lunes, 18 de julio de 2016

Bariloche - Días 1.5, 2 y 3

De Bahía Blanca quedó por contar la cena. Recomendados por la gente de el hotel fuimos a El Mundo de la Parrilla, a dos cuadras del hotel, donde nos atendieron excelente y nos sirvieron una muy buena parrillada. Dos cosas pudimos apreciar en el recorrido: las ochavas de Bahía Blanca son en su mayoría circulares y hay en algunas esquinas unas cosas verdes que parecen buzones que no tenemos idea de que serían. El único problema fue dormir. El hotel estaba en la misma manzana de una boliche y nuestro cuarto daba hacia ahí. De 3:00 a 5:30 el temblequeo de la ventana por los bajos no me dejó descansar.

A la mañana siguiente partimos hacia Neuquén. Bahía Blanca nos despidió con una helada y temperatura de -1°C. La vegetación también cambió, pasando de los típicos campos pampeanos a la estepa patagónica. Una vez que tomamos la ruta 22 y pasamos la ciudad de Médanos la ruta se convirtió en una recta interminable, con solo dos curvas hasta llegar al río Colorado y ninguna entre el río Colorado y la entrada a Choele Choel . Si bien la parada que tenía prevista era en Choele Choel, habiendo cargado en Cnel. Dorrego tenía nafta suficiente para llegar a Río Colorado y cargar ahí nafta a precio patagónico, más barata. Lamentablemente cuando llegamos a la YPF de Río Colorado no tenían nafta, por lo que tuvimos que volver a cruzar el río para cargar en la Petrobrás de La Adela. Por suerte ahí tenían nafta porque de lo contrario íbamos a tener que ir a 60 Km/h para poder llegar a Choele Choel.

En Choele Choel paramos a cargar nafta en el ACA, pero no tenían para comer más que sandwiches de miga, por lo que volvimos a una YPF unos metros más atras y terminamos almorzando en el restaurant. Milanesas para los peques, tortilla para Vane y omelette para mi. esta vez la nota la dió Tomi, que le agarró ganas de vomitar y, como yo estaba en el baño, vomitó la puerta. Fuera de eso, el viaje hasta Villa Regina (muy linda ciudad) fue con poco tráfico y de ahí hasta Gral. Roca era autovía, así que fuimos tranquilos. El problema fue que el tramo a la salida de Gral. Roca estaba en construcción, por lo que de ahí a Neuquén era una ruta mano y contramano, llena de tráfico y camiones por lo que tardamos bastante en llegar.

Llegando ya a Neuquén empecé a sentirme mal y en el hotel se me desató una gastroenteritis terrible. No se si fue el omelette (lo vomité hasta la mañana siguiente) o si Victor me contagió de algo viral que se pescó antes de salir, pero me pasé la noche con un dolor de estómago fuertísimo y vomitando cada dos horas, más o menos. Por suerte desde las 18 hasta las 9 estuve durmiendo de a ratos, por lo que a pesar de todo descansé bastante. Dado que no estaba como para ir a cenar, me pegué una escapada a un McDonalds cercano y compré hamburguesas simples para los peques y en la YPF de al lado sandwiches para Vane y para mi.

A la mañana siguiente salimos para nuestro tramo final. La salida de Neuquén fue nuevamente complicada con el tráfico hasta que salimos de la ruta 22 y tomamos la 237. Pocos kilómetros después nos desviamos hacia El Chocón para visitar el museo peleontológico, donde tienen varias réplicas de fósiles encontrados en la zona, incluyendo un carnotauro y un giganotosaurio, lo cual emocionó bastante a los nenes, particularmente a Victor. Seguimos rumbo a Piedra del Águila atravesando la estepa por caminos mayormente rectos y paramos ahí a cargar nafta. Nuevamente la YPF nos falló con la comida y terminamos encargando unos sandwiches en un restaurante cercano.

El tramo siguiente, el último del viaje, fue por lejos el más lindo. Primero fuimos subiendo por la ruta y nos metimos en las nubes. Luego empezaron los paisajes nevados de la estepa a la vera de la ruta. Posteriormente bajamos hacia el valle del Limay y desde la confluencia con el Traful (un lugar hermoso) fuimos siguiendo el valle del río en medio de pinos, formaciones de piedra y picos nevados. Finalmente llegamos al Nahuel Huapi y llegamos a Bariloche. La belleza del recorrido es para vivirla, no alcanzan las palabras para describirla.

Ya en Bariloche llegamos a los bungalows. Da toda la impresión de ser un conjunto de casas de familia reconvertidas para alquiler a turistas, ya que tienen una ambientación muy hogareña. Aprovechamos para bajar a la playa y recorrer un poco la orilla del lago. Mañana será el turno de la nieve.