sábado, 25 de enero de 2014

Barcelona - Día 7

Debaría escribir algo, pero estoy fusilado de tanto caminar. Arrancamos a las 9:00 y no paramos hasta las 20:00, salvo por los dos trayectos de metro: vimos la Sagrada Familia, el Barrio Gótico, La Boquería (compramos frutillas para almorzar), la Rambla, el Puerto Viejo, la Barceloneta (metí los pies en el agua), el teleférico del puerto, subimos a la Fortaleza del Montjuic y terminamos recorriendo el Carrer del Mar, la avenida comercial de Badalona. El cálculo me da que recorrimos unos 15 Km por lo menos.

A falta de descripciones, que vendran luego, van las fotos.

Frente a la Sagrada Familia. Impresionante.

Rambla del Mar en el Port Vell. No hay barandas!

Mojando los pies en La Barceloneta

Esperando el teleférico del Puerto

En la terminal del teleférico del puerto en Montjuic.

La entrada al la fortaleza del Montjuic

En una de las torres de guardia de la fortaleza.

En los Jardins del Mirador.

viernes, 24 de enero de 2014

Barcelona - Día 6

Ya finalizando la semana, es hora creo de que les comente algo del hotel.

El Hotel Rafael está ubicado a unas 10 cuadras de la planta, sobre la autopista y unas 8 cuadras del centro de Badalona. Es más que moderno, con pisos de planta triangular y habitaciones en las que el baño está separado de la habitación por un vidrio, de manera de tener una perfecta iluminación. No es que la haya aprovechado mucho, salgo antes del amanecer y vuelvo cuando ya oscurece... El desayuno esta vez si ofrecía tanto continental como americano, aunque sigo prefiriendo el brasileño.

No es una imagen espejada, los pisos son así.

La cama, vista desde la entrada, a la izq. el baño.

El baño. La primer puerta es la ducha, la segunda el sanitario.

Amplio ventanal con vista a la autopista, los montes y el mar.

El baño visto desde el escritorio.
El día de trabajo estuvo una vez más interesante y de almuerzo cenamos en un pequeño restaurant frente al mar que tiene convenio con la planta. El plato fue un pescado tipo sardina pero mas suave, frito a la marinera. De poste, una natilla de coco.

Luego de volver al hotel, hablar con casa y cambiarme me encontré con mi primo Pablo, quien ya hace varios años que anda viviendo por acá. Lamentablemente vino solo ya que la novia no pudo venir. Nos fuimos a un shopping cerca del hotel, el Magic Badalona, donde cenamos en 100 montaditos, una cadena especializados en minisandwiches. Cada uno sale entre 1 y 1.5 euros, pero por 10 euros te servían tablas de 5 a 7 sandwichitos. Sumando una cerveza para Pablo y una sangría para mi, gastamos 12 euros y comimos bárbaro.

No son sandwiches, son montados!
Dos gallegos en Catalunya
Después de los montados fue el turno del helado (turrón y leche merengada en mi caso, al ritmo de "tengo una vaca lechera") y luego a caminar para bajarlo todo. Charlamos un buen rato de todo un poco: España, Argentina, la (no) crisis, el "catalanismo" y el laburo. Los catalanes aparentemente cada vez andan más emperrados con lo de la independencia y el uso del catalán. Pablo me contaba que por ejemplo los comercios tienen que pagar más impuestos si colocan carteles en cualquier idioma que no sea el catalán, por lo cual no vas a ver ningún cartel en español, y que ahora se emperraron en usar el catalán en las comunicaciones radiales de su laburo (es guardavidas). Dado que la mayoría de los socorristas no son catalanes, muchas veces no entienden nada. Despues de un buen rato de charla me llevó al hotel y nos despedimos. Espero que pueda el año que viene volver de visita a Argentina.

Eso es todo por hoy, mañana a recorrer!

jueves, 23 de enero de 2014

Barcelona - Día 5

Arrivederci Milano, Hola Barcelona!

Nos levantamos muy temprano para hacer el check-out del hotel e ir al aeropuerto de Linate, un viaje por cierto muy corto. El aeropuerto estaba lleno de gente tomando los primeros vuelos del día a donde quiera que sea que fueran, entre ellos a Madrid. Dado que dejamos el hotel antes que abriera el comedor, desayunamos en el aeropuerto en el Caffe Motta, versión aeroportuaria de un típico café europeo. En mi caso me pedí un ciocolatto (al mejor estilo español, pero amarguito) y una brioche con pastelera de pistachos (ñam, ñam). El aeropuerto estaba bastante abarrotado de gente y de tiendas, al punto que parecía mas bien un shopping al que se llega en avión en vez de auto.

Cosas que se ven en el aeropuerto...

Un Caffe Italiano
 El abordaje del vuelo fue un caos, como corresponde al lugar, y para colmo cuando llegué a mi asiento me lo encontré ocupado por una familia italiana. La azafata (española), mientras los insultaba cordialmente por hacer el check-in a último momento usando a las criaturas de rehenes para conseguir luego mejores asientos, me reubicó en un asiento de salida de emergencia. Nada de que quejarse: viajé comodísimo y hasta pude dormir un poco.

Llegamos a Barajas y separamos rumbos. Viviana y José a Bilbao, Luis y yo a Barcelona. Teníamos un rato y aprovechamos para almorzar allí, en mi caso baguetines de jamón y de chorizo. El de tortilla de papa lo reservo para la vuelta. El vuelo a Barcelona fue incómodo pero rápido y luego de caminar bastante (llegamos en el shuttle MAD - BCN, que desembarca en la otra punta del aeropuerto) arribamos al shopping. Si, el aeropuerto de Barcelo se parece mas al Dot que a un aeropuerto.

Dot Barcelona Airport
A la salida del aeropuerto nos encontramos con Paulo, uno de nuestros guías locales, y de allí nos tomamos un taxi a la planta. El tema de la independencia de Catalunia se ve que esta a flor de piel aquí pues al mencionar que yo era ciudadano español el tachero se lanzó en una catarata de recriminaciones en contra de los independentistas y a favor de la unidad de España. Es cierto que de las ventanas y balcones se ven colgar bastantes banderas. La mayoría son catalanas, señalando el apoyo a la independencia, pero las hay también españolas de tanto en tanto.

En la planta nos esperaba Aitor, quien fue el que organizó todo y n os presentó a Joan, el gerente de la planta quien resultó ser un catalán barbudo, cincuentón, jocoso y amante de la buena comida. En fin, una versión algo mayor y mediterránea de este servidor, quien se sintió muy identificado. Si algo aprendí en este viaje es que los gerentes de planta solemos estar cortados por la misma tijera. Tanto Roger como Stefano en Italia compartían los mismos rasgos, pero en Joan todo era mas grandilocuente. La verdad que mas allá de ver muchas cosas interesantes (y más cercanas a nuestra realidad que la idealidad de Milán) la pasé bárbaro.

Volvimos al hotel y a las 20:00 nos fuimos de tapas. Recorrimos un poco de Badalona, incluyendo su rambla, una preciosa explanada frenqueada por palmeras y separa del mar por una vía de tren (lo que????). Si, si, si. Imaginensé si del otro lado de cualquiera de las costaneras desde San Clemente a Mar Azul en vez de dunas estuviera el Sarmiento y luego, si, la playa. Para llegar a la arena hay entonces que pasar por debajo de las vías en unos túneles peatonales que hay de tanto en tanto. Se ve tan desubicado e impráctico como suena, aunque supongo que viajar en ese tren debe ser precioso.

La Rambla. A la izq., el tren.
Recorrimos luego una peatonal (todo el centro lo es) hasta llegar a un restaurante frente al Consistorio de Badalona (Ayuntamiento, si quieren) donde pedimos unas tapas. Hubo anchoas con olivas, quesos, chipirones, pulpo a la gallega, patatas bravas no tan bravas y gambas al ajillo. Todo acompañado de pantomata, unos panes tostados que te los servian con dientes de ajo fresco y tomates para que uno los frote y lo deje a su gusto. Todo regado de vino tinto local y con crema catalana (obvio) de postre. 12 puntos.

Y eso es todo por hoy. Mañana será otro día.

miércoles, 22 de enero de 2014

Milano - Día 4

Dado que no tuve finalmente la oportunidad de ir al centro de Milán a recorrer, dejenmé cerrar esta parte del viaje con algunas reflexiones sobre Italia.

Puesta de sol milanesa
Claramente, Italia es lo más parecido a Buenos Aires que he visto, probablemente más que España mismo. Es cierto que España comparte el idioma, pero hablamos gesticulando más como italianos que españoles (nota aparte, las conversaciones en Italiano-Portugués-Español, cada uno hablando en su idioma y todos entendiendo: Portuñolano?), la comida que comemos es más italiana que española (con perdón de la tortilla de papas), manejamos como italianos (puteadas incluídas) y tiramos la basura por cualquier lado igual que ellos (la basura al costado de la ruta es constante). En fin, somos bastante tanos; aún aquellos que como yo llevan 100% de sangre gallega en el cuerpo.

Italia es también un país viejo. No se ven muchos chicos ni mucha gente joven. En la planta abundaban los empleados de 50 para arriba y aún los más jóvenes peinaban canas. Con tal de decir que a la ingeniera que nos dio el tour ayer la describieron como que "entró a la empresa jovencita", siendo que tiene 32 y hace 2 que trabaja con nosotros... No creo que hubiera ningún empleado de menos de 30. En los restaurantes y el shopping que visitamos hoy es lo mismo. El promedio de edad va de los 40 y pico para arriba. Debe ser por eso que en el shopping sólo había un local de ropa de chicos y una juguetería, mientras que por otro lado si había una ortopedia. Pero bueno, si se venden más sillas de rueda que cochecitos de bebé puede que eso tenga sentido.

Como les dije, me perdí de ir al centro porque los brasileros ya habían ido el domingo y la verdad que a la hora que salimos de la planta todos los días tampoco daba mucho para ir. En su lugar fuimos al shopping. Todo muy caro excepto una tienda de zapatos donde tenían ofertas desde 8 a 16 Euros en zapatos de mujer. Hubiera llamado a Vane para ver si quería algo, pero no había absolutamente nada en 35.

Simulador de F1. No había casi nadie esperando para jugar...
Cenamos ahí mismo en un restaurant japonés que replicaba el típico estilo de los comederos japoneses: la comida venía en pequeñas porciones (1 pieza de sushi, por ejemplo) en unas cuencos transportados por una cinta transportadora que daba vueltas por el local. La gente se sentaba al lado de la cinta e iba sirviéndose lo que quería cuando le pasaba por delante. La experiencia era novedosa pero la comida en realidad no era buena. Las tempuras estaban frías y hechas con rebozador y el sushi desabrido, además de tener muchos platos que no eran para nada japoneses como papas fritas. Realmente lo único notable de todo lo que probé fueron la tempura de cangrejo, una ensalada picante de algas y los gajos de naranja que venían para postre.

Buena idea, mala ejecución
Eso es todo por hoy. Me queda hacer la maleta y mañana a levantarse temprano para ir a Barcelona.

martes, 21 de enero de 2014

Milano - Día 3

Tante auguri Vanesa!

Levantarme hoy fue tan difícil como ayer. Mi cuerpo sigue negándose a reconocer la hora, sumado a que estoy durmiendo unas 7 horas como mucho. El desayuno lo obviaremos ya que el único cambio es que esta vez se jugaron y la ensalada de frutas tenía kiwi y naranja frescos acompañando el ananá de lata.

Dado que hoy es el cumpleaños de Vane, lo primero que hice al llegar a la planta fue mandarle un SMS felicitándola. Dado que eran las 4:40 en Argentina no esperaba que lo leyera inmediatamente pero si poder llamarla en cuanto se levantara, lo leyera y me contestara; cosa que hizo. Desafortunadamente no contaba con la magia de las conexiones telefónicas italianas: cuando llamás a un número de Argentina desde el celular lo primero que te atiende es un contestador automático del "Grupo Mega". Luego otro que te dice "Gracias por comunicarse con la Cooperativa Eléctrica". Finalmente te contesta un fax. Esto mas allá que uno llama siempre al mismo número. Lo que es peor, Viviana estaba tratando de llamar a su casa y la atendieron los mismos contestadores. Muy extraño...

No pudiendo saludar a Vane el resto de la mañana fue reuniones de trabajo. Al mediodía volvimos a almorzar en planta: polenta con dos quesos gratinados encima (espectacular), pata delantera de cerdo salseada con repollito de bruselas y coliflor (los vegetales excelentes, el cerdo duro) y queso de postre (emmenthal, cuartirolo, gorgonzola: manjar). A la tarde visitamos la planta donde tuve oportunidad de ver el equipo que tienen dedicado a la fabricación de la tinta para el Ferrero Rocher.

Al volver al hotel pude finalmente coneskyparme con casa para saludar a Vane aunque Tomi monopolizó la conversación y no paraba de hablar del juego Angry Birds Go! ("Le ganaste ya a la pajarita blanca?"), Mario Party 9 ("Empatamos todos pero Mamá ganó!") y Mi Villano Favorito 2 ("Junté muchas bananas y me compré al bebé amarillo!"). Como el mismo dijo: "No voy a parar de hablar nunca!", así que casi no hablamos con Vane.

A la noche nos pasó a buscar Stefano, quien nos ha llevado y traído todos los días y nos llevó a cenar a una típica trattoria italiana en un pequeño pueblito en las afueras de Milán: Trattoria Isoletta en San Martino Olearo. Es un establecimiento familiar en un típico edificio de pueblo italiano, con paredes lisas y techo de teja. Dos plantas: el restaurant abajo y supongo que la vivienda de los dueños arriba.

La recepción de Isoletta

La barra de Isoletta. Noten el Fernet Branca
Hogar a leño!
De izq. a der.: Roger, Stefano, Viviana, Luis Eugenio, Jose y yo

La cena eran típicos platos milanesa. De entrada pedimos una tabla de fiambres que traía salame (el "de milán" no hace falta agregarlo), coppa piacentina (mas conocido como bondiola), pancetta, carpaccio y un embutido caliente que no sé que era. El salame te lo servían entero, con una cuchilla para cortarlo. De plato principal Viviana y yo pedimos unos ñoquis con ragú de pato (o, lo que es lo mismo, una boloñesa con pato picado en lugar de carne). Roger pidió una costoletta alla milanese, que es el origen de nuestras milanesas. Imaginen si en lugar de empanar un peceto o una nalga empanaran un bife de costilla, dejando el hueso de la costilla a la vista. Eso es la verdadera "milanesa". Stefano pidió un risotto al salto, que es un risotto alla milanese salteado en manteca para formar una especie de tortilla fina de arroz.

Stefano cortando el salame

Terminada la excelente cena, volvimos al hotel. Mañana será nuestro último día en Milán y, con suerte, vamos a poder recorrer un poco por la tarde. A Domani!

lunes, 20 de enero de 2014

Milano - Día 2

Salutti!

Pendiente de la crónica del primer día me quedó describir el hotel. El Rege Hotel queda en San Donato Milanese, prácticamente al fondo del aeropuerto de Linate. El hotel tiene una ambientación tradicional, típicamente Europea, que da cuenta de que da la imagen de ser antiguo sin realmente serlo ya que el edificio debe datar de los 70s u 80s. La habitación es cómoda, con baño completo, aunque para mi gusto le falta iluminación.

El día arrancó complicado para despertarme ya que mi cuerpo reclamaba a bostezos que 8 horas de sueño no alcanzaban para compensar lo no dormido la noche anterior y que en Buenos Aires eran las 2:15. El desayuno que ofrecían era el típico Continental, con frutas de lata como única opción frutal. Me serví ensalada de frutas (si no era de La Campagnola, no hacía mucho por diferenciarse), jamón y queso y un sacramento con dulce de durazno (muy rico).

A las 8:15 nos pasaron a buscar para ir a la planta. Nos pasamos todo el día viendo una presentación de lo que hacían, visitando la planta y el laboratorio. Todo muy interesante, pero sólo para mi por lo que no voy a aburrirlos con eso. La única parada fue a eso de las 13:30 para almorzar. Fuimos al comedor de la planta que tiene un servicio muy bueno y almorcé una fritatta, que a pesar de su nombre resulta ser un omelette con pasaporte italiano, y un pescado con puré que estaba delicioso. No se muy bien como estaba hecho el pescado, daba la impresión de estar hecho a la plancha con apenas un poco de aceite y tenía una capa muy fina de rebozador que lo cubría de un solo lado. El día por otra parte no acompañó mucho desde lo climático. No llovía pero estaba completamente nublado y muy fresco. Del sol italiano, ni noticias.

A la vuelta nos recomendaron cenar en Rossopomodoro, un local cerca del hotel de una cadena de restaurantes donde nos recomendaron comer pizza o pasta (en Italia? no me digas...) y allí fuimos Viviana, Luis Eugenio y yo. José se quedó en el hotel porque se sentía mal del estómago y prefería no cenar. El local era de ambientación moderna y el servicio amable pero algo deficiente: tanto en el plato principal como en el postre nos trajeron dos juntos y el tercero un buen rato después.

Esperando la pizza en Rossopomodoro
La cena fue pizza en mi caso y el de Viviana. Yo pedí una pizza Corbarella (Mozzarella, fior di panna, funghi champignon, prosciutto cotto, grana e basilico) y Viviana una Tufanese (4 formaggi campani: mozzarella, pecorino bagnolese, erborinato di bufala, caciottina fresca di bufala, panna e grana). Luis Eugeni pidió spaghetti, que venían con una salsa de tomate con tomates cherries salteados enteros. Tal y como me pasó en londres, la masa de la pizza era muy finita por lo cual una pizza entera era en realidad individual. Le dimos a probar a Luis Eugenio e intercambiamos porciones, lo cual nos hubiese hecho quedar como desubicados en un restaurant fino pero acá era lo que hacía todo el mundo. Por cierto, la pizza estaba bárbara.

Pizza!
Mientras esperábamos la pizza ya nos habíamos tentado con los postres que vimos preparar. Luis Eugenio se pidió un Babasone (una especie de factura rellena de crema), yo pedí una Boschetta, una panacota de leche de búfala con salsa de frutos rojos, decorada con chocolate blanco y pistachos rallados y Viviana unos Calde, churros italianos en forma de aro.

Boschetta!
 Eso fue todo por hoy. Ci vediamo domani!

Milano - Día 1

Nuevamente me tocó preparar las valijas y otra vez el destino fue Europa. Esta vez el viaje me llevará por Milán y Barcelona para visitar nuestra plantas en esas ciudades, aprender de sus procesos y hacer contactos con gente de allí.

El viaje empezó el sábado a las 20:00 cuando el remís que traía a Vivíana, quien viaja conmigo, me pasó a buscar. Luis Eugenio y José, nuestros acompañantes brasileros, habían salido el viernes y ya habían llegado a Milán, que los había recibido con 4°C y lluvia, muy diferentes de los 37°C y el sol veraniego de Buenos Aires.

Llegamos al aeropuerto y después de una cola terrible en seguridad y migraciones (odio viajar en vacaciones!) nos sentamos a esperar el vuelo mientras charlábamos de los objetivos del viaje. El vuelo salió en horario y estaba completamente lleno. Lotado dirían los brasileros. No había un solo asiento libre. El vuelo, aún sin inconvenientes climáticos, fue en si bastante pésimo. Los asientos de Iberia claramente fueron diseñados por Torquemada, ya que pertenecen más a una sala de tortura de la inquisición que a un medio de transporte. Un poco de acolchonamiento no les vendría mal. El entretenimiento de a bordo se componía de varias pantallas de televisor de tubo (Tierra llamando a Iberia: estamos en el siglo XXI) que bajaban en el centro al estilo de hace 20 años y la comida la sirvieron tan lento y desorganizado que para cuando llegaron a mi, que estaba en la última fila, ya estaban repartiendo el café. Opción no me dieron (se les habría acabado el otro plato) por lo que me toco pasta con una entrada de ensalada y manzana asada de postre. Estaba pasable por lo menos  y el azafato era muy cordial, hay que reconocerlo.

Así y todo en logré dormir una hora de las 12 del viaje y a eso de las 11:00 hora local llegamos a Barajas. El aeropuerto es muy moderno, bonito y mucho menos paranoico que Heathrow en Londres. Eso si, al pasar por el detector de metales sonó y tuve que pasar por un cacheo. El policía que me tocó parecía Facundo Arana pero de pelo oscuro, por lo que Vivíana casi se ofrece en mi lugar. Bajamos, tomamos el subte de interconexión de terminales (igualito al de Londres!) y nos dirigimos a tomar el avión a Milán. Dado que teníamos algo de tiempo (y hambre) paramos en un puesto a comprar unos sandwiches. El mío era un pack de 3 sandwiches triangulares en pan lactal: uno de atún, otro de salmón y el tercero de cangrejo. Amo España.

El viaje a Linate (el Aeroparque milanés) fue mucho más cómodo, tanto porque los asientos eran mejores como porque el vuelo estaba sólo por la mitad. Dado que muchos en el vuelo volvían a su casa estoy seguro de haber viajado con algunas milanesas y, muy probablemente, con algún salame de Milán. De Linate nos tomamos un taxi al hotel, que queda bastante cerca, y dado que los brasileros ya habían cenado decidimos comer en el mismo hotel.

La cena fue el menú del día. Entrada: ensalada de rúcula, parmesano, tomates cherry y jamón crudo. Ya sabemos de donde sacó la receta Lore. Decir que estaba exquisita es poco. Primer plato fue un risotto amarillo. En este caso, la que se robó la receta fue Vane, porque era igual al que como en casa. Plato principal fue unas fetas de peceto salseado con papas al horno y de postre flan. Ni que estuviera en Argentina. Me queda claro que somos re-tanos para comer.

Cenado ya, subí y me desmayé en la cama. Mañana sería otro día.