Al habernos quedado un día libre, decidimos hacernos una escapada a Londres. No fue barato el viaje (£ 77) pero creo que valía la pena, especialmente porque vaya uno a saber cuándo voy a volver a andar por acá. Así fue que un rato después de las 9:00 nos presentamos en la estación de Warrington Bank Quay para tomar un tren a London Euston.
Los boletos decían que debíamos que cambiare trenes en Crewe, pero el tren que teníamos que tomar primero terminaba en London Euston también, por lo que preguntamos en la estación si podíamos quedarnos en el tren y justo al abordar nos confirmaron que sí. Creíamos que íbamos a ahorrarnos media hora de espera en Crewe, pero como resultaba que el tren iba vía Birmingham terminamos llegando a Londres a las 12:30, 25 minutos más tarde de lo planeado. De todas maneras no era para quejarse ya que el paisaje era bastante lindo, alternado campos verdes con caseríos y ciudades.
Algunas cosas interesantes del paisaje fueron que los campos están generalmente divididos por ligustrinas, que hay pequeños canales por todos lados en los que flotan botes-casa y que todo terreno no cultivado o construido (bordes de carretera, arroyos y lagunas o zonas que vaya a saber por que no las usan) está cubierto de matorrales o bosques. Con respecto al tren, era lo esperable para un tren europeo: una clase turista que le pasa el trapo a nuestra primera clase, cómodo, limpio, bien mantenido, rápido y silencioso.
Ya en Londres lo primero que hicimos fue sacar un pasaje de Undeground (subte) que nos costó casi £ 8 por un pase diario y de ahí nos embarcamos rumbo a la estación Embankment, al borde del Támesis. Los subtes de Londres también son muy moderno, aunque la diferencia con los nuestros ya no es tan abismal gracias a todo lo que estuvo haciendo la ciudad últimamente para mejorarlos.
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En Embankment empezó nuestro tour, el cual no voy a describir en detalle ya que saqué más de 700 fotos y pienso describir todo ahí, pero básicamente cruzamos el Támesis por el puente peatonal de Enbankment, que tiene una excelente vista del Parlamento y el London Eye, caminamos por la margen sur del río hasta el puente de Westminster, pasamos por el costado del Parlamento, con la torre del Big Ben, cruzamos St. James's Park, que tiene una laguna llena de distintos tipos de aves acuáticas, pasamos por Buckingham Palace y Trafalgar Square, donde tomamos el subte para ir a la Torre de Londres.
Alan nos había dicho que si había una sola cosa que podíamos hacer en Londres que fuera esa, por lo que decidimos pagar las £ 21 de la entrada y hacer la visita. Realmente valió la pena ya que uno podía ver la historia de la torre y de la monarquía británica. La exposición de las joyas de la corona fue especialmente notoria. No tengo fotos de esa parte (no se puede sacarlas) pero básicamente es una muestra de las coronas, cetros, espadas y otros elementos usados en las coronaciones reales. Aparte de la coronas, realmente preciosas, lo que más me impresionó fueron las fuentes de oro para el banquete de coronación, especialmente una ponchera de oro de casi un metro de diámetro con su correspondiente cucharón en forma de caracol marino de casi un litro de capacidad y un metro de largo en el mango. También visitamos la armería real donde se guarda la colección de armaduras y armas más antigua del mundo, en exposición desde el siglo XVII.
Salidos de la Torre de Londres fue el turno de ir al Puente de la Torre, el mas famoso de todos los puentes que cruzan el Támesis. Lo cruzamos y quise mandarle a Vane un mensaje mientras lo hacía sólo para encontrar que mi teléfono se había frizado. Anda cada vez peor, voy a tener que pedir que me lo cambien. Cruzado el puente llegamos nuevamente a la margen sur del Támesis y recorriendola pasamos por delante del City Hall, la sede de gobierno de la ciudad, un edificio ultramoderno con forma de casco que contrasta enormemente con la Torre de Londres, justo enfrente cruzando el río.
A esa altura habíamos caminado por casi 5 horas, excluyendo los cortos viajes en subte y ni siquiera habíamos almorzado por lo que paramos en un restaurant italiano frente al río: Strada. Ahí pedimos unas pizzas, que resultaron ultrafinas pero muy ricas y, en mi caso, tiramisú de postre. No se preocupen por mi peso. Con todo lo que caminé hoy y lo poco que comí, ya debo haber quemado todos los kilos que pude haber acumulado acá.
Nos quedaba solo volver. Estábamos cansados pero teníamos tiempo así que seguimos por la rivera sur hasta el Puente de Londres, lo cruzamos hacia la City financiera inglesa, pasamos por el Banco de Inglaterra y la Catedral de San Pablo antes de retornar a la rivera norte y volver a Enbankment. Con un poco de tiempo aún nos tomamos un café en Starbucks y luego emprendimos el regreso, primero a Euston en subte y luego a Warrington en tren.
Eso es todo por este viaje. Mañana sólo me queda regresar y reencontrarme con todos. Será hasta la próxima.