miércoles, 22 de octubre de 2008

México D.F. - Día 9

¡Hasta la vista México!

Como corresponde al último día de cualquier viaje, hoy fue el turno de las reuniones de cierre. Los resultados creo fueron positivos, así que veremos si de ahora en más podemos seguir adelante con el proyecto. En cuanto al día en sí, mayormente trabajo y nada demasiado notable. Una cosa que si me llamó la atención es que debido a que se viene el Día de Muertos, en la cartelera de recepción de la empresa los empleados habían pegado unas coplas fúnebres, entre las cuales la empresa iba a seleccionar un ganador. Supongo que será una costumbre común y aceptada, pero en las coplas iban matando a diestra y sinestra a jefes y compañeros de trabajo. Incluso había una donde había una imagen de una lápida que decía "Sun Chemical" lo cual dada la situación actual de la economía no me pareció gracioso.

El Día de Muertos se mezcla un poco con Halloween en cuanto a la celebración, por lo que imágenes típicas mexicanas como "la Catrina" se mezclan con brujas y calabazas estadounidenses. Las casas se decoran, los bares y restaurantes organizan fiestas temáticas, se venden disfraces y parafernalia en profusión y hasta los coches aparecen con tridentes en la antena de radio o cuernitos diabólicos a los costados.

En cuanto a la comida, nada memorable. El almuerzo fue una ensalada en Vips, una cadena de restaurantes de Wal-Mart. Pepino, lechuga, champiñón, pollo y queso. Rica, pero no me la pude terminar. De cena, fui a J. J. Charlie's, un pub / restaurant de los mismos dueños de Señor Frog's, donde me pedí unos nachos con idea de que fueran la entrada y me trajeron un platazo de nachos con queso, frijoles refritos y fajitas de carne y pollo, de modo que suspendí el ´plato principal y me dediqué a los nachos, que no pude terminar tampoco.

En fin, eso es todo. Mañana a las 5:00 me pasan a buscar para ir al aeropuerto así que mejor me voy a dormir. Nos vemos a la vuelta.

México D.F. - Día 8

Hoy fue otro día tranquilo y sin demasiadas novedades. El viaje de ida al trabajo estuvo alargado por un remisero inexperto que se le ocurrió tomar derechito por el por el Periférico, que es el camino más corto, si, pero tan embotellado como la General Paz en hora pico, de la cual después de todo es algo así como el equivalente. Para colmo, la policía estaba realizando operativos para detener autos sospechosos, leasé autos cuya calidad no se condecía con el color de sus choferes. Un tanto racista el método y un tanto peligroso, ya que si pescaban a un narco armado nada garantiza que no decida irse de este mundo a los balazos, lo cual sin duda podría derivar en una tragedia.

Cuando llegamos el pobre muchacho se deshacía en disculpas. Era su primer día de trabajo como chofer de remises del hotel y yo fui su primer pasajero. Evidentemente no tenía muy en claro las rutas alternativas (de hecho yo tuve que sugerirle una para la próxima) y para colmo se pasó de la salida que correspondía, con lo cual tuvimos que comernos un tiempo adicional de embotellamiento. Por lo menos el auto era de buena calidad y la seleción de temas que puso en el DVD (si, el auto tenía un DVD en vez del típico autostereo) estaba buena y era relajante.

El día transcurrió sin inconvenientes y dado que yo aun estaba antojado de carne nos fuimos con Armando y Giovanna a Volver, el mismo restaurante argentino al que fui en mi último viaje. Como buenos caballeros la dejamos a Giovanna elegir, así que almorzamos una entrada de chorizo y molleja, y de plato principal picanha. Si, ya se que es un corte brasilero, de hecho Giovanna conocía la picanha por su viaje a Brasil, pero si un restaurante argentino me ofrecieron un vino chileno, no me extrañó tanto comer un corte brasilero en otro. En todo caso estaba hecha a la parrilla, no al espeto como hubiera sido el verdadero "jeito brasileiro". Eso si, la cocción parecía mas bien estilo yanqui: bien cocida (aunque no quemada) por fuera y roja mugiente por dentro. Lo que se diría un tanto arrebatada si no fuera porque creo que era a propósito al gusto local. El vino esta vez fue un malbec Los Alamos, argentino.

Después de haber saciado mi síndrome de abstinencia carnívora me encontré con poca hambre para la cena por lo que luego de las llamadas a casa me crucé al supermercado y me compré una ensalada de lechuga (mucha), pollo, jamón, queso y huevo, y dos cuernitos (medialunas) rellenos de jamón y queso.

Eso es todo por hoy, mañana es mi último día en tierras aztecas y, si dios quiere, el jueves a la noche estaré de vuelta en casa.

martes, 21 de octubre de 2008

México D.F. - Día 7

De vuelta al trabajo, sin mucho que contar ya que fue un día mayormente tranquilo, aunque la fabricación de barniz de hoy se demoró y me fui bastante tarde.

Como cuestión saliente, hoy Giovanna me llevó a almorzar a un bodegón en las inmediaciones de la planta donde ella suele almorzar y que prepara comida estilo casero. Por $50 mexicanos (unos $12.50 nuestros) el servicio incluía una sopa crema de zapallo, arroz blanco con algunas verduras y un huevo frito a caballo (huevo estrellado, según la definición local) y un plato con carne, que en mi caso fue un churrasquito y champiñones guisados en una salsa roja de vaya a saber que. De beber, limonada en jarra. La sopa estaba aguada y la carne un tanto dura, así que sin duda lo mejor fue el arroz. La verdad que para comida casera, prefiero la nuestra. En el bodegón la gente se sentaba en las mesas en cualquier silla que hubiera vacía, así que terminabas compartiendo la mesa con quien te tocara en suerte. El local no parecía tener baño, sólo una pileta para lavarse las manos ubicada sobre uno de los costados del salón. En fín, interesante para conocer aunque dudo que repita. Por supuesto, por respeto me abstuve de hacer comentarios.

Por la noche, ya a la hora de la cena y con ganas de carne, me fuí a la pariilla Centro Argentino en "Mundo E". La parilla, bien decorada con motivos gauchescos y algo de tango y con música relajante de fondo, parecía prometedora pero los precios me espantaron. $400 mexicanos (unos $100 nuestros) por un pedazo de vacío es excesivo hasta en Cabaña Las Lilas. Además, no tenían asado, que era lo que quería, por lo que me decidí por un lomo atún a la parrilla y de entrada, sólo por curiosidad, morcilla. También pedí una copa de vino y el que me ofrecieron fue un Valdivieso merlot chileno, cosa que me pareció extraña de una parrilla supuestamente argentina.

La morcilla mexicana es algo distinta de la nuestra. Para empezar es sólida, no chorrea el relleno como la hecha en la Argentina. Probablemete esto se dea a que usan más miga de pan en su confección, ya que le sentí menos gusto al relleno. Además, pareciera que le agregan pimentón, ya que se le notaba un dejo colorado tipo chorizo español. El atún estaba desabrido y la verdad me arrepentí de habrelo pedido. Estaba preparado a considerar la cuenta de más de $400 mexicanos un verdadero robo cuando el mozo me trae la cuenta con un 50% de descuento por haber cenado después de las 20:00. El lugar sigue sin ser muy recomendable pero al menos no me sentí estafado.

Eso es todo por hoy. Mañana la seguimos.

lunes, 20 de octubre de 2008

México D.F. - Día 6

¡Felíz día mamás!

Empecé el día tarde con toda la idea de poder conectarme con el asado del Día de la Madre que estaban haciendo en casa de mi mamá, pero lamentablemente Gonzalo no pudo conectar al red inalámbrica y sólo pude conectarme a través de la PC del escritorio lo cual no fue lo mismo, aunque al menos pude verla a Vane que era lo más importante. Cuando vinieron a hacer la habitación me di cuanta que ya era hora de salir, así que le pedí a la mucama que volviera en media hora, terminé de hablar con casa y me fui a almorzar. Hoy había buffet de mariscos así que le entré a las ostras (no me gustaron), los camarones, el sushi y las cazuelas de cayos y de pulpo salí. También había paella pero decidí dejarla para otra ocasión.

Una vez almorzado me tomé el colectivo y me fuí al bosque de Chapultepec. Los colectivos mexicanos (o debería decir chilangos, que es el nativo de D.F.) son de lo más extraños, ya que varían enormemente en tamaño (los hay desde el tamaño de los nuestros chicos hasta furgonetas VW) y están todos pintados igual, o al menos muy parecido: todos blancos, blancos y verde abajo, blancos y cuadriculado rojo abajo, etc. Lo mismo pasa con los colores de los taxis, dicho sea de paso. Si bien los colectivos tienen "rutas, en muchos casos la misma no está claramente visible y la gente se guía por los carteles que tienen en el parabrisas. Los colectivos en su mayoría están destartalados (los nuestros son nuevos en comparación), No tienen espacio para las piernas en los asintos y no dan boleto, así que desconozco como controlarán la recaudación.

Luego de un viaje no muy largo me bajé frente al Auditorio Nacional. Mi idea original era ir al Museo de Antropología, pero al final preferí no pasarme el día encerrado y me dediqué a recorrer el Bosque de Chapultepec, el cual es el equivalente chilango a nuestros Bosques de Palermo, con lago y todo. El parque estaba lleno, con muchas familias pasando el día, aunquue si te alejabas de las zonas más concurridas el paisaje pasaba a estar poblado de parejitas haciéndose arrumacos. En el bosque se encuentra el Cerro de Chapultepec (Chapultepec significa cerro del grillo), donde está el antiguo palacio del emperador Maximiliano, hoy museo de Historia Nacional. Subí al cerro y recorrí un poco, no tanto por conocer, ya que ya había venido en el 2003, sino por admirar la vista desde el cerro.

Bajado del cerro me tomé el colectivo de vuelta y al llegar me encontré que no habían hecho la habitación. Reclamé y me fuí a cenar de nuevo al shopping, esta vez al "Modern Art Café", un café restaurante completamente decorado con obras de arte a la venta. El menú consisitió en un queso Goya (queso fundido con chistorra, una especie de chorizo) que venía para hacer tacos y una ensalada Wharhol, que era de lechuga, pollo y unas semillas.

Eso es todo por hoy. Mañana, de vuelta al yugo.

domingo, 19 de octubre de 2008

México D.F. - Día 5



Hoy visité la Basílica de Santa María de Guadalupe.


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La basílica, ubicada al pie del cerro Tepeyac, es verdaderamente digna y emocionante de recorrer. El complejo cuenta con la basílica nueva, la antigua basílica, una iglesia de las monjas capuchinas, la parroquia de indios, la capilla del pocito y la del cerrito (vean acá los detalles).

Empecé el recorrido por la basílica nueva, ubicada a la izquierda de la plaza principal, donde estaban celebrando misa. Las misas son practicamente en continuado y la basílica está siempre llena. Para poder dar la comunión a tanta gente (debía haber más de 5000 personas) tienen personas con carteles numerados hacia los que los sacristanes se dirigen para llevar las hostias. Yo me había parado detrás de la señora que tenía uno de los carteles y me ofrecí a sostenerlo por ella ya que la vi un poco cansada, así que me quedé ahí parado sosteniendo un número 9 mientras la gente hacía cola delante mío para comulgar.

Después de la misa me puse a recorrer la basílica que, además del altar principal, tiene dos capillas detras y a los costados del mismo dedicadas a San José y a la Resurrección. Esta última tiene un fresco hermoso que ilustra la misma. Entre ambas capillas se encuentra el acceso para poder ver el manto de la Virgen de Guadalupe. El mismo está expuesto en el altar, pero un pasillo sin techo detrás del mismo permite verlo desde abajo. El pasillo tiene unas cintas transportadoras que se aseguran que la gente no se quede parada ahí e impida a otros acercarse.

Detrás de la basílica nueva está el quemador de velas, donde se colocan las velas votivas. La cera sin consumir de dichas velas se recolecta y con ellas se fabrican los cirios que están en la basílica. A continuación del quemador se encuentra una pequeña pequeña plaza, donde se encuentra el baptisterio. El mismo no se puede recorrer ya que el acceso es sólo para aquellos que concurren a los bautismos. También allí está el museo, que no recorrí, y las escalinatas de acceso al cerro Tepeyac, donde está la capilla del cerrito.

La capilla del cerrito tiene al costado el cementerio de Tepeyac, una especie de cementerio de la Recoleta mexicano. Lamentablemente, no está abierto al público. La capilla del cerrito tiene en su explanada una vista muy linda de la ciudad y, aunque simple por dentro, tiene a su entrada unos murales hermosos que detallan como la Virgen se le apareció al indio Juan Diego. No se si será a propósito o de casualidad, pero en las imágenes que lo representan, Juan Diego se parece mucho a Cantinflas. Se cree que la capilla está edificada en el sitio donde los Aztecas rendían culto a la diosa Tepeyac.

Bajando por la derecha del cerro se accede a los Jardines del Tepeyac, un hermoso conjunto de jardines y cascadas donde se encuentra "La Ofrenda" un conjunto escultórico que muestra a los indios realizando ofrendas a la virgen. El conjunto está enmarcado en dos cascadas que se unen en un remanso a los pies de la Virgen y representan las raices indias y españolas que se unieron para formar México. Tanto esl conjunto escultórico como algunas leyendas que habían en el parqiue me conmovieron mucho.

Saliendo de los jardines y rumbo a la plaza principal se encuentra la capilla del pocito, ubicada sobre un manantial que surgió cuando la comitiva de sacerdotes iba siguiendo a Juan Diego al lugar donde se le apareció la Virgen, y más allá la parroquia de indios, sitio de una de las apariciones de la Virgen y lugar donde quedaban las ermitas originales, cuyos restos pueden observarse en una excavación a la derecha del altar. Es la más antigua de las construcciones que aún sobreviven y la cuarta construída en honor a la Virgen.

De nuevo en la plaza principal está el carrillón, que en lugar de ubicarse como es normal en las torres de la basílica, dado que esta no las tiene se ubica en una construcción separada. El mismo contiene un reloj-calendario azteca, un reloj astronómico y uno de sol, además de las campanas. Más adelante está la iglesia de las monjas capuchinas, muy sencilla y de entrada lateral y a su lado la antigua basílica, que debido al hundimiento del terreno está toda descuajeringada y ahora se encuentra en reparación. de hecho, apenas si se pueden entrar en la misma y todas las esculturas que se podían mover, entre ellas una de San Judas Tadeo y otra de Juan Pablo II, fueron movidas cerca de la puerta, formando altares improvisados.

Terminado el recorrido me dio un poco de hambre, ya eran cerca de las 14:00, los lugares de la zona no me inspiraban confianza y no me daba el tiempo como para ir a otro lado, por lo que terminé en un Burger King. Después de almorzar me tomé el subte y me bajé en Polanco, una zona muy paqueta de la ciudad. Recorrí un rato la zona, entré en la sucursal tienda departamental Liverpool donde compré algo para Vane y luego en Sanborns donde me compré la Nintendo Wii que Vane me regaló. Por ultimo, tomé un café con helado en El Globo y me volví al hotel.

Al legar me encontré que la conexión de Internet seguia sin funcionar correctamente y la recepcionista se ofreció a llamar al servicio técnico. Decidí cenar primero (Sushi en el patio de comidas del shopping de al lado) y al volver me comuniqué con el servicio técnico. No me pudieron solucionar lo del Messenger pero el resto funciona y, Skype mediante, pude comunicarme con Mamá para felicitarla en su día.

México D.F. - Día 4

Hoy me almorcé un sodero!

Finalmente los resultados de la corrección de ayer fueron buenos y pudimos encaminar el barniz. También Chris nos confirmó que el origen de la metida de pata estaba en la fórmula que nos pasó, que no era muy clara que digamos, así que pudimos relajarnos. Ya nos queda sólo un barniz por probar, cosa que haremos el lunes, y luego repetiremos algunos para confirmar, pero el tema está más que encaminado.

Para almorzar me llevaron a Mérida, un bodegón típico de la zona. La comida, típicamente mexicana, consistía en un plato de sopa a elección, una variedad de platos principales que se podían repetir cuantas veces uno quisiera y un postre, todo incluido en el precio. La sopa que elegí fue de camarón seco, la cual hay que ser bien gallego para comer porque tiene un olor a pescado muy fuerte. De plato principal me pedí primero un chamorro, que resultó ser la antepata del cerdo, y luego un sodero, que no es ni más ni menos que nuestro querido matambre. En ambos casos la carne estaba cocida en salsa y era muy tierna. Se suponía que uno debía cortar la carne y hacer tacos con ella, pero yo la comí directo. El sodero no me gustó demasiado, lo prefiero a la parrilla como lo hacemos nosotros, pero el chamorro estaba buenísimo. Me quedé con las ganas de comer paella, que venía con cangrejo y unos camarones gigantes (bah, tamaño normal de camarón, los nuestros son una estafa) pero la verdad que hubiera sido gula. De postre me pedí un flan que venía montado sobre un cheese pie, pero no me gustó.

La tarde fue tranquila y a la vuelta paré en el shopping Plaza Satélite, el mismo de mi viaje pasado, ya que me dijeron que era mas barato que Mundo E. Recorrí un rato, compré ropita para Tomi, cené en Wings una ensalada campesina y me volví. La idea era poder videochatear con Vane pero me encontré, vaya a saber por que, que el Messenger no andaba. No sólo eso, sino que un montón de páginas no podían navegarse, como si el servidor las bloqueara. Lo peor eran que no daban error, sino que se quedaban permanentemente en espera. Por suerte no tenía problema en acceder a Gmail y, a través del chat pude hablar con Vane, porque de lo contrario mi mufa hubiera sido peor. Desde ya que no pude actualizar el blog.

Eso fue todo por el viernes. Lo de hoy sábado lo escribiré mañana a la mañana. Quiero hacerle justicia al recorrido por la Basílica de Guadalupe y ya es demasiado tarde para escribir mucho.

viernes, 17 de octubre de 2008

México D.F. - Día 3

Como no puede ser de otra forma, cuando uno cree que está todo bajo control las cosas empiezan a salir mal. Ya sin Chris, que se volvía hoy a primera hora, comenzamos a fabricar el tercer barniz. Todo marchó sobre ruedas hasta que después del almuerzo (ensalada y pizzas, las cuales estaban bastante sabrosas), cuando el barniz dio completamente fuera de parámetros al gelarlo. El resultado fue que me tuve que quedar hasta las 20:30 haciendo ensayos para ver como podíamos arreglarlo, lo cual desde luego no estaba en mis planes.

Ya en el hotel me decidí a ir al shopping de al lado, Mundo E, para cenar. Los negocios del shopping ya estaban cerrados así que no pude ver mucho, pero el shopping en si es muy lindo, con los pasillos decorados como si fueran las calles de una ciudad europea, con casas sobre los locales y el techo pintado como el cielo.

Para cenar me decidí por Beer Factory, un típico restobar al estilo de Locos x el Futbol pero con temática cervecera. Me pedí unos rolls primavera de salmón (salmón con queso filadelfia envuelto primero en una hoja de parra y luego en masa apenas frita) de entrada y un vacío estilo argentino (vacío a la parrilla con papas fritas y un pedacito de chistorra, lo que es como salchicha parrrillera) de plato principal. Las porciones eran chicas, lo cual me pareció bien, pero los precios grandes. La cena, incluída la bebida, me salió unos $100 de los nuestros, lo cual me resulta demasiado considerando que el lugar no es más que un restobar de cadena.

Eso es todo por hoy. A partir de mañana ya me quedaré solo porque Mike y Arnie se vuelven y pienso empezar temprano para no tener que quedarme hasta tarde. Veremos si lo que anduvo bien en laboratorio anda en fábrica y logramos arreglar el barniz.

jueves, 16 de octubre de 2008

México D.F. - Día 2

¡Feliz aniversario, amor!

Hoy empecé el día a las 7:05 debido a un llamado telefónico que cortó antes de que yo contestara. Ni idea de quien sería, pero le ahorró el trabajo al despertador de mi celular. El desayuno trajo nuevas confusiones de los mozos. El hotel, Four Points by Sheraton Perinorte, es de la misma cadena que el de Colombia y la calidad del servicio parece la misma: 4 puntos. La habitación está bien amoblada aunque la puerta del baño es engañosa, ya que parece el armario. El armario, por su parte, está dentro del baño (?!). El problema es que la habitación está en la planta baja y tanto puerta como ventana dan al patio central, que tiene pileta, con lo cual la privacidad es nula.

El día estuvo bastante ocupado, siguiendo el proceso, modificándolo y dejándolo por escrito, con lo cual apenas si tuve tiempo de sentarme. a eso de las 13:30 nos fuimos a almorzar a Fisher's, la cadena de restaurantes especialista en pescados y mariscos. Debo reconocer que los frutos de mar es por lejos lo que más me gusta de la cocina mexicana. De entrada fue un vaso de caldo picante de pescado, ceviche en una tortilla azul y tacos de camarón. De plato principal, filet de huchinango a la siciliana, que se suponía que era con crema y queso pero lo que vino parecía hecho a la manteca negra con ajo picado finito frito, así que nada que ver. Todo fue una delicia.

La tarde se me pasó volando y ya con el segundo barniz listo Armando, el gerente de planta, nos llevó a cenar a Guadiana, un restaurante de lo más paquete. Sin embargo, y dado que nadie tenía demasiado hambre, solo comimos entradas: tacos de pato, tacos de arrachera (carne) y pepitos, que son sandwiches de carne y tomate. De postre, pedí una porción de bizcochelo cubierto con un dulce de leche de cabra, al cual, la verdad sea dicha, no le noté demasiada diferencia. Todo eso estuvo acompañado de tequila y brandy para el postre. Después de la cena volvimos al hotel y nos despedimos de Chris, que mañana se vuelve.

Eso fue todo por hoy, veremos que nos depara mañana.

México D.F. - Día 1

Henos aqui nuevamente en la brecha. Con el nacimiento de Tomi casi encima me tocó viajar a México para atar algunos cabos sueltos y finalmente poner en marcha el proyecto que tenemos acá. La cosa se demoró más de la cuenta según mi gusto y me obliga a pasarme aquí tanto mi aniversario como el día de la madre, pero al menos voy a poder estar de vuelta antes de cualquier fecha probable de parto.

El viaje para acá fue como siempre agotador, ayudado especialmente porque a Continental se le ocurrió adelantar una hora la partida para poder volar mas lento y ahorrar combustible. Al menos conseguí un pasillo (originalmente tenía asignado un asiento en el medio), lo cual me permitió levantareme de tanto en tanto para estirar las piernas e ir al baño por lo que pude dormir un poco, si bien bastante entrecortado. La comida del avión debe ser la peor que haya comido, consistiendo en dos opciones igualmente poco apetecibles a base de pollo o carne.

Luego de algo más de 10 horas de vuelo llegué al aeropuerto internacional George Bush de Houston, Texas, aparentemente nombrado en honor al padre, no al hijo. El aeropuerto es moderno, aunque la sala de espera para el embarque que me tocó era bastante chica y no vi ninguna tienda de free-shop. Lo único que vi fueron tiendas de comida (demasiadas), de libros y revistas y de souvenirs, tales como un remera que decía "Don't mess with Texas" ("No te metas con Texas"). Simpáticos los muchachos.

Luego de una hora en la terminal y dos de vuelo finalmente llegué a Mexico. Nos encontramos con Mike y Arnie, que vino para ver los temas de seguridad, en el aeropuerto y de ahí fuimos a la planta. El trayecto, debido a lo pesado del tráfico, nos llevó más de una hora. Cuando llegamos Chris, que vino de parte de los fabricantes originales del barniz, ya había empezado con la primera fabricación, lo cual no nos dió tiempo a hacer una evaluación previa como queríamos. La fabricación en sí anduvo bien aunque debido a objeciones de seguridad e ideas de mejora decidimos que haríamos las cosas de un modo diferente al día siguiente.

Debo reconocer que a pesar de casi no haber dormido me mantuve bastante despierto, aunque a veces el cansancio se me notaba, tal y como cuando traté de hacer una lísta alfabética y me salió algo como a, b, d , e, g, f, e. Terminamos bastante tarde, tipo 20:30, aunque no tanto como creíamos que iba a ser y nos volvimos al hotel. La cena fue un buffet sin pena ni gloria en el restaurant del hotel, donde al camarero se le cayó la bebida sobre Arnie, y a la cama. Practicamente me desmayé y dormí cual tronco.

viernes, 8 de agosto de 2008

Medellín, Colombia - Día 5

¡Hasta la próxima, Medellín!

Aquí estoy en el aeropuerto de Medellín, esperando el vuelo que via Quito, Guayaquil y Santiago me llevará a casa. Despues de una noche muy confortable en la nueva habitación, hice el check-out y pasé la mañana trabajando. A eso del mediodía Gustavo, quien está a cargo de la producción de Medellín, se ofreció a llevarme a ver las "silletas" (arreglos florales) ganadoras del desfile de ayer, que estaban en exposición en la plaza del centro de convenciones frente al ayuntamiento. La verdad que los arreglos son muy bonitos y compiten en varias categorías: niños y tradicionales, que tienen más bien forma de mochila; monumentales, que son como nustras coronas fúnebres pero más grandes; simbólicas, que tienen un tema dibujado en flores; y comerciales, que son de empresas.

Mientras tomábamos algo justo vinieron a buscarlas los campesinos, en trajes y vestidos tradicionales, para llevarlas a no se donde, con lo que armaron un mini desfile muy bonito. Lástima no haber tenido cámara. La verdad que no creí que fuera a tener nada que fotografiar acá y resulta ser que la ciudad resultó ser de lo más bonita. Desde el centro comercial "El Tesoro", donde fuimos a continuación, se tenía una espectacular panorámica de la zona sur de la ciudad, con sus casas y edificios revestidos en ladrillo vista y el aeropuerto Olaya Herrera, el antiguo aeropuerto de la ciudad donde murió Carlos Gardel, hoy reemplazado para los vuelos internacionales y nacionales de gran porte por el aeropuerto internacional José María Córdova en Rio Negro, a 50 minutos de Medellín.

En el tesoro almorzamos, en mi caso una arepa (el disco de maizena, pero grande) cubierta con jamón, queso y panceta. Será por la cobertura, pero al menos esta arepa me resultó mejor que cuando la comí sola. En el centro comercial aproveché para comprar algunas chombas y camisas de muy buena calidad por unos $80 a $90 cada una, una verdadera ganga cuando se piensa que algo similar cuesta unos $100 a $120. En el camino de regreso volvimos a la zona donde cenamos el primer día para comprar algo de café "Juan Valdéz" para llevar. La zona es más antigua, de estilo colonial, pero igualmente muy bonita. Al poco de volver a la empresa ya me esperaba el taxi, así que luego de despedirme emprendí el viaje de regreso a casa. En definitiva, un día bien aprovechado.

Debo confesar que Medellín me dejó una muy buena impresión. La ciudad es preciosa, tanto en arquitectura como en paisaje, y la gente es muy amable. El clima es inmejorable, siempre entre los 15°C de noche y los 25°C de día. No es casualidad que la llamen la ciudad de la eterna primavera. La verdad, no me molestaría volver aquí seguido. En cuanto al tema de seguridad, la verdad es que Colombia ha mejorado muchísimo y se nota. Según Gustavo, venir al aeropuerto de noche solí ser muy riesgoso pero ya no más. A la gente se la nota tranquila y contenta. Dicho sea de paso, no hay gordos en Medellín. No se si será la dieta o las montañas, pero todo el mundo parece estar bastante en forma.

Eso es todo por hoy, nos vemos a la vuelta.

jueves, 7 de agosto de 2008

Medellín, Colombia - Día 4

Flores en el día de Boyacá

Hoy es feriado en Colombia ya que el 7 de Agosto se celebra el aniversario de la batalla de Boyacá, que marcó el éxito de la campaña libertadora de Bolivar. Como parte de las celebraciones del feriado en Medellín se realiza la Feria de las Flores. No pude ver los festejos en directo, ya que estuvimos trabajando por la mañana en la planta, haciendo la reunión de cierre con la gente de Colombia, y por la tarde en el hotel, atendiendo temas de otros paises y preparando reportes. Lo poco que pudimos ver de los preparativos fue en una vuelta por la ciudad que nos llevaron a dar cuando nos trajeron al hotel.

Por lo que pude ver en la televisión, el desfile consiste principalmente en campesinos que bajan de los cerros portando arreglos florales en sus espaldas y desfilan por el centro de la ciudad. La verdad que la mayoría de los arreglos parecen coronas de muertos, aunque el espectáculo es bastante lindo.



A la tarde, mientras trabajabamos en la habitacióin de Mike, nos llamaron desde la recepción para informarnos que debido a una pérdida de agua debían "poner las habitaciones en mantenimiento", por lo cual nos pidieron cambiar de habitación. Las nuevas habitaciones que nos dieron eran obviamente de mejor categoria, con una vista muy bonita y baño con ventana y bata. Me queda la duda si no habrán hecho esto debido a que el botones ayer me machucó el meñique derecho agarrándomelo con la puerta del taxi al abrir la de atrás mientras yo bajaba. No fue nada serio y aunque me dolió bastante en el momento ahora sólo me queda algo de inflamación. La doctora que me vino a ver, de nombre Misleidys, confirmo que no había fractura y me recetó un analgésico, que el hotel obviamente me compró.

Aunque la reacción al percance fue la correcta y el hecho de cambiarnos de habitación, por el motivo que fuese, también lo manejaron tratando de compensarnos, lo cierto es que el servicio del hotel deja algo que desear. En general les falta personal que hable inglés, lo cual puede hasta ser pasable en los camareros del restaurante pero es inconcebible en una empleada de recepción. Los botones también parecen medio despistados, no sólo el que ayer me agarró el dedo sino también el que hoy se tomó una hora, dos llamados a la recepción y una aparición personal en la misma mediante, para aparecerse a llevarnos a nuestras nuevas habitaciones, lo que nos hizo perder un montón de tiempo.

Una vez cambiadas las habitaciones, decidimos ir al shopping con tiempo para recorrer un poco más y por ahí comer algo, ya que eran las 17:00 y no habíamos almorzado. El Centro Comercial Oviedo es bastante complicado en su distribución, dado que fue construído sobre la ladera de una montaña, como casi todo acá, y en varias etapas. Tiene 5 niveles (el más bajo un supermercado), dos patios de comidas (el que vimos ayer y no nos gustó y otro mejor puesto más arriba), un complejo de cines e inclusive un area que está al aire libre alrededor de una calle, como si fuera una calle comercial de un pueblo chico con todos los negocios en locales de una planta.

La ropa por lo que pude ver está alrededor de un 20% más barata que en Buenos Aires, al menos en lo que a ropa de hombre se refiere. De hecho, cuando hablamos con Jim el nos sugirió ir al shopping a comprar ropa lo cual, según Mike, fue su modo de decir "¿Qué hacen trabajando todavía?". No compré nada, sin embargo ya que la verdad tengo ropa más que suficiente, como el placard lleno puede dar fe. Eso si, no busquen ropa de abrigo en Medellín porque no hay.

Para almorcenar nos decidimos por un local en el shopping llamado Cazuelitas, el cual preparaba comida típica colombiana. Comí un patacón de pollo y champiñones, que consistía en los mismos con salsa blanca y queso gratinado, servidos en una canasta hecha de plátano horneado. De postre fuimos a otro local especializado en "Crepes y Waffles" donde comí un crepe (panqueque) de banana y chocolate con dos bochitas de helado de ron. El panqueque estaba muy bueno, pero el helado tenía un gusto raro, más ácido que el nuestro, como si tuviera algo de yogurt. Otra cosa que no me gustó de acá es la arepa, un pan pequeño, redondo y chato tipo disco, hecho de maizena (y con sabor a maizena) que te lo ponen por todos lados. Gustos son gustos, supongo.

Eso es todo por hoy. Mañana vuelvo a la planta de Medellín y luego al aeropueto rumbo a casa, así que no habrá nuevo post hasta la vuelta.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Medellín, Colombia - Dias 2 y 3

No hay mucho que decir del día de ayer, ya que estuvo dedicado completamente al trabajo, desde las 8:00 a las 18:30 y, teniendo que levantarnos a las 4:00 hoy, la verdad que no daba para mucho.

A la vuelta del trabajo Rubén nos sugirió cenar en el shopping de al lado, pero al principio no nos dimos cuenta que la entrada era por el estacionamiento así que con Mike anduvimos buscando la entrada y pasamos por tres supermercados, uno al lado del otro, hasta que finalmente nos guiaron y tuvimos que volver sobre nuestros pasos.

Dado que estábamos cortos de tiempo, la verdad es que no recorrimos mucho el shopping. Fuimos directo al patio de comidas, que no nos convenció, y volvimos al hotel a cenar ahí. Pedimos un Platillo Paisa, que es una combinación de cosas típicas de Medellín (paisa le dicen a la gente de la zona de Medellín) tal como arroz blanco, plátano pisado a la plancha, una especie de chorizo y sopa de porotos. Después de la cena llamé a LAN y pude cambiar mi pasaje para e l viernes, y de ahí a dormir.

La mañana de hoy comenzó demasiado temprano. Bajamos al lobby tipo 4:20 y nos sorprendió ver una pareja acurrucada en un sillón, esperando vaya a saber que. El taxi nos pasó a buscar, fuimos al aeropuerto y abordamos el avión que nos iba a llevar a Cali, un turbohélice. Mientras esperábamos para abordar una nube se posó en la pista y redujo la visibilidad, lo cual nos demoró en nuestra partida.

El viaje en avión fue tranquilo y me quedo con dos imágenes. La primera es la salida de Medellín, con las nubes tapando el valle y algunas casas por encima de las nubes, mirando hacia el mar de algodón que formaban. Me hubiera encantado amanecer con esa vista. La otra es la llegada a Cali, volando sobre los campos verdes de caña de azúcar.

Cali está mas abajo que Medellín (1000 m.s.n.m. versus 1500 m.s.n.m.) por lo que es más cálida. También es más húmeda. El valle del Cauca a la altura de Medellín es bastante ancho y plano, así que la zona de la ciudad no es tan accidentada como en Medellín. Por la mañana estuvimos en la planta, viendo los proyectos de ahí y al mediodía fuimos a almorzar a Cali Viejo, una antigua hacienda, tipo casco de estancia, de estilo colonial convertida en un restaurante precioso. La vista de la jungla desde el alero donde comimos es hermosa y da ganas de terminar de almorzar y tirarse en una hamaca a dormir la siesta. El plato que pedí fue un tamal, que es carne de cerdo y una especie de pasta a base de maíz y especias, todo puesto dentro de una hoja de plátano en forma de barco que lo contiene. Para tomar pedí jugo de lulo, que es una fruta que parece maracuyá pero tiene sabor a kiwi.

De la ciudad de Cali sólo pudimos ver un poco durante el trayecto de ida y vuelta al restaurante, ya que había que cruzarla de punta a punta para llegar. Puede ser debido a que no pasamos por las áreas más lindas, pero me pareció que la edificación de Cali, en general de estilo colonial, no era tan moderna o del mismo nivel que Medellín. Debido a que hace más calor, Cali también tiene un toque algo más tropical.

Del restaurante volvimos directo al aeropuerto y de ahí a Medellín en un vuelo sin nada remarcable. Bastante cansados, bajamos con Mike a tomar alo y discutir de trabajo, aprovechando para picotear una salchipapas (papas fritas con algunos trocitos de salchicha) y picada, que acá significa un plato con carne, pollo, salchichas y chorizo, todo grillado y en trozos pequeños, mas tomate, cebollín y aceitunas.

En fin, el sueño ya me está venciendo. Nos vemos mañana.

martes, 5 de agosto de 2008

Medellín, Colombia - Día 1

El día empezó mal, aunque para entenderlo quizás convenga comenzar explicando como se originó este viaje. A mediados de la semana del 14/7 Mike me pidió que lo acompañara a Colombia en reemplazo de Luis Eugenio, dado que Mike sin un buen traductor temía terminar de rehén de las FARC. Así las cosas, comenzamos a averiguar vuelos y a ver fechas con los Colombianos. El tema es que Colombia es un joint venture donde la empresa posee sólo el 50%, por lo que todo con ellos es más complicado.

El 21/7 hago una reserva tentativa de acuerdo a los que planeamos con Mike, pero los Colombianos no confirmaban. El viernes 25, con la reserva que se me caía el lunes, les pido que por favor confirmen. Lo hacen a las 20 horas de Argentina, después de que tanto Mike como yo nos volviesemos a casa. Así las cosas, el lunes me encuentro con la confirmación y, aún dentro de la fecha de reserva, intento pagar el pasaje. Hay un error en la confirmación del pago y la reserva se cae. Ahí comienza la novela.

Llamé a LAN donde me atendieron y me tomaron el pago telefónicamente, indicándome que en 48 horas recibiría la confirmación de la compra, pero la misma no llegó. Llamé en varias oportunidades y siempre me repitieron lo mismo: que la reserva estaba en proceso y que me quedara tranquilo. Hasta me mandaron un mail diciendo eso y otro para quew hiciera el check-in online, cosa que no pude hacer por no estar aún confirmada la reserva. El sábado, bastante intranquilo, llamé de nuevo y les pedí que me dijeran si el problema era que yo estaba en lista de espera, ya que de ser así veía que otras opciones tenía. La chica que me atendía me insistiói en que el lunes no iba a tener problemas en abordar mi vuelo.

Por supuesto, el lunes llegué al aeropuerto y no pude abordar, ya que no tenía ni pasaje ni reserva la cual, me informaron orondamente, se había caido por falta de pago, como si la culpa fuera toda mía. Hay que reconocer que sin embargo las empleadas se desinflaron bastante cuando les mostré los correos impresos y verificaron la historia de todo en su sistema. Así y todo la chilena del call center no me mentió, no tenía ningún problema en abordar mi vuelo del lunes, la vuelta el viernes era el problema. Así las cosas, me ofrecieron una asiento para la vuelta el domingo, el cual tuve que aceptar ya que la alternativa era no viajar. De todas formas, pedí el libro de quejas y asenté lo ocurrido. Prometieron tratar de conseguirme otro vuelo, veremos que pasa.

El vuelo de Buenos Aires a Lima fue tranquilo, con apenas un poco de turbulencia al final. El despegue de Buenos Aires fue en medio de un sandwich de nubes, ya que había una cobertura de nubes bajas y otra de nubes altas, por lo que por un rato volamos con nubes arriba y abajo. Hablando de sandwiches, me había pedido un tostado en el aeropuerto y me dieron otro en el vuelo, los primeros de una sucesión de sandwiches que me acompañarían a lo largo del día. Las nubes se terminaron cerca de Rosario, a la que pude ver desde arriba. También desde arriba vi la Puna y el desierto de Atacama, que tiene zonas con dunas y todo, todo marrón y seco.

De Lima no vi nada ya estaba cubierta por un banco de nubes. El aeropuerto de Lima, que en realidad queda en Callao, es bastante bonito y según Gonzalo barato, por lo que aproveché para comprarme algo. También comí otro sandwich y aprendí que en Perú al pan de miga, aunque más grueso, le dicen pan Pullman. Acompañé el sandwich con una Inka Kola, una gaseosa verde fluo que parece bebida energizante y tiene sabor parecido al chicle de tutti fruti.

El vuelo siguiente a Medellín fue bastante particular en el hecho que tenía una parada tipo "lechera" en Quito. En ambos tamos n os sirvieron un sandwich. La entrada a Quito hay que reconocer que te quita el aliento, ya que para entrar al aeropuerto el avión tiene que hacer varios giros cerrados entre las montañas (que no están tan cerca, pero eso es justamente por los giros). Definitivamente no apto para miedosos al vuelo. El valle donde está Quito es muy bonito aunque la ciudad no tanto. El aeropuero era chiquito, mas chico que el de Mar del Plata y ni siquiera nos bajamos del avión. La gente de limpieza limpió con nosotros adentro y hasta vi un perro que se quiso colar. La mayoría de la gente se bajó allí, subieron otros y nos fuimos a Medellín.

La entrada a Medellín fue aún mas linda, llena de colinas y montañas verdes salpicadas de pueblitos allí donde había un llano, con algunos de ellos que parecía iban a desbarrancarse de un precipicio. Ya cerca del aeropuerto abundaban los invernaderos donde se cultivan flores, principalmente claveles y hortensias. Tal como en Lima y en Quito, el aeropuerto de Medellín oficia al mismos tiempo de base militar. La diferencia es que mientras que los primeros dan todo el aspecto de película de Woody Allen, el último, con sus misiles tierra aire alrededor y sus helicópteros Blackhawk parece decir "con estos no se jode". El edificio del aeropuerto era viejo, marrón, oscuro y deprimente. Parecía desentonar con el verde alrededor.

A la salida me esperaban Mike y los colombianos para llevarme a Medellín. El viaje es bastante largo ya que el aeropuerto está bastante alejado y en el interín bajamos de los 1700 metros del aeropuerto a los 1500 de Medellín. La ciudad de Medellín hay que reconocer que es muy linda, llena de verde y edificios modernos y elegantes. Dado que hay poco terreno plano en Medellín, es natural que donde lo hay se construyan edificios para aprovecharlo mejor.

Nos trajeron al hotel, el Four Points by Sheraton de Medellín, un hotel de lo mas lindo, me pegué un baño y salimos a cenar a un bar llamado "Al Rojo" en la Zona Rosa de Medellín, una zona llena de bares y restaurantes. El lugar lindo, apropiado para comer casi al aire libre. Dado que el clima de Medellín es parejo y agradable todo el año, no hace falta demasiado en cuestión de paredes y casi ningún bar las tiene, solo un techo por si llueve. Comimos unos hongos gratinados muy ricos y una picada de jamón y queso que no decía mucho ya que el queso era queso de máquina común y corriente cortado en cubos y el jamón parecía más bien mortadela por los globos de grasa que tenía. Para tomar me pidieron que les recomendara un vino argentino, así que un reserva cabernet sauvignon de Navarro Correas cumplió la tarea.

Terminada la cena, volvimos al hotel y eso fue todo por hoy. Mañana veré si consigo cambiar el pasaje por algo más en fecha, ya que veo que los vuelos del viernes ahora figuran abiertos a reserva. Será hasta mañana entonces.

martes, 22 de julio de 2008

Paren de robar con el sushi!

Sensu Abasto Shopping

6 rolls (2 de salmón, 2 de vegetales y 2 california, que son de palta y kanikama) más bebida: $33,00

Kita Sushi Bar (en el Novotel Center Norte, São Paulo)

13 rolls (2 de salmón, 2 de atún crudo, 2 de camarón, 2 california, 2 vegetales y no me acuerdo el resto) más bebida: R$ 31.50, unos $56,70

Olvidemos que Sensu queda en el patio de comidas de un shopping, que no cuenta con mesas propias ni una pantalla plana gigante pasando videos de música brasileña relajante ("Um barzinho e um violão", por ejemplo. Concentremonos simplemente en el hecho que, a pesar de la supuesta diferencia cambiaria a nuestro favor, en Brasil el sushi que te ofrecen es más barato y de mejor calidad que el que te venden acá.

Señores, dejen de robar con el sushi! El sushi no es más que arroz envolviendo, con suerte, algo de pescado. De ninguna manera seis míseros rolls pueden salir lu mismo que, digamos, un buen plato de arroz con calamares en Plaza Mayor.

He dicho.

sábado, 19 de julio de 2008

São Paulo, Brasil - Día 4

El viaje llegó a su fin.

Con la valija sensiblemente más llena, me despedí del hotel y fuí para la planta de Bonsucesso, donde la agenda del día era entrevistar candidatos para el puesto de ingeniero de procesos en Brasil. La idea era que Liliane, la jefa de Recursos Humanos, los entrevistase primero, después yo y por último Fraga, el gerente de la planta.

De los tres candidatos que vimos (una canceló) la verdad es que no nos convenció ninguno. La primera parecía tener la actitud adecuada pero carecía de la experiencia que buscábamos. Dado que se suponía que era una ingeniera "senior" y por lo tanto con un sueldo mayor, no parecía tener sentido pagarle lo que pretendía si uno no iba a recibir la experiencia a cambio e iba a tener que formarla casi de cero como si fuese recién egresada.

El segundo fue todo un caso. 25 años, evidentemente capaz e inteligente pero tan ambicioso que ya te chocaba. Como Fraga dijo, ese no viene por el puesto que ofrecemos, viene por el puesto tuyo o mío. Entre los gruesos errores que tuvo fue decirme que 8 años es demasiado tiempo para quedarse en una empresa (yo llevo 12 y Fraga otros tantos) o decirle a Fraga que el se veía de aquí a tres años como gerente de planta (el puesto de Fraga, justamente). Según sus propias palabras, el se veía gerente general de una empresa en 15 a 20 años, con lo cual de nosotros para arriba no se salvaba nadie. Mas que serrucho, motosierra. Mi recomendación fue de tomarlo y de aquí a tres meses, cuando fuera obvio que no encajaba en la empresa, darle de baja para enseñarle una lección de humildad.

El tercero fue otro caso. El tipo estaba tan nervioso hablando en inglés (comencé todas mis entrevistas en inglés para confirmar el nivel de idioma) que hasta temblaba. Tuve que volver al portugués para que se calme. En la entrevista conmigo estuvo bien, más allá de que obviamente no tenía el inglés requerido, pero Liliane tuvo que sacarle las cosas con tirabuzón y con Fraga naufragó del todo. En un momento se puso nervioso y empezó a toser, por lo que Fraga le ofreció agua. El tipo se excusó diciendo que estaba así por culpa de la lluvia, que le hacía mal. Según Fraga hace tres meses que no llueve. Yo no se si será para tanto, pero seguro que no llovió esta semana.

Por la tarde, ya luego de las entrevistas, Mike me comentó que Jim, basado en mi reporte, había aprobado el proyecto que yo vine a ver acá. La verdad que fue lo que me temía que iba a pasar. El costo final que yo presupuesté, de acuerdo a la información que tenía a mano, fue inclusive mayor del que Luis tenía presupuestado. La diferencia que en mi informe los valores estaban justificados mucho más claramente. El problema es que casi seguro Luis va entender la aprobación dada ahora como una falta de confianza hacia él. En fin, esperemos que en su próxima visita a Buenos Aires podamos limar las asperezas que seguramente se van a generar en cuanto se entere.

En fin, terminada mi tarea me encaminé al aeropuerto de São Paulo que, fiel a su costumbre, era un caos. La fila en el mostrador de TAM (otra vez el vuelo de LAN era de TAM en realidad) para hacer el check-in fue sorprendentemente corta pero las colas no se acaban ahí. Hay una cola para ingresar al área de embarque, otra para pasar los chequeos de equipaje acompañado y todavía otra para pasar Inmigración. Cuando uno se quiere acordar, te pasaste una hora haciendo fila. De ahí pasé al área de embarque (que debe tener el free-shop más chico que conozco y ciertamente no al nivel que una ciudad como São Paulo) a esperar el vuelo.

Ya frente a la puerta de embarque me entretuve con las correrías de unos nenes de unos dos años que andaban dando vueltas por ahí. Eran un nene y una nena que creo que eran primos y españoles y otra nena brasilera. Corrían, hacían lío y querían meterse por la puertas de embarque. Me encantaba la actitud del nene, que la madre le decía que no se vaya y ni bola, se escapaba, pero no llegaba muy lejos. En seguida se paraba y miraba para atrás, a ver si la madre venía a buscarlo. Una ternura.

El vuelo estuvo bien, a las 0:50 aterrizamos y a la 1:30 ya estaba camino a casa. Un robo el remís, que lo aumentaron de $90 a $120 en el último mes y medio. La verdad que por ese precio me conviene más reservar en la remisería del laburo, que me cobra $80 más la espera. Para colmo, mucho "VIP Car" pero el coche ero una Kangoo vieja que tenía rajado el parabrisas y ni siquiera contaba con el pase automático de las autopistas.

En fin, ya estoy de nuevo en casa. Nos vemos en el próximo viaje.

jueves, 17 de julio de 2008

São Paulo, Brasil - Día 3

Ojo con Cobos!

Clima extraño el de São Paulo, al menos para nosotros. La ciudad parece siempre amanecer en medio de una nube, que solo se despeja con el correr del día. São Paulo también me regaló hoy mi primer padecimiento del tráfico paulista, ya que un camión que se quedó en la autopista generó un embotellamiento que me hizo llegar media hora tarde. No mucho para los estándares paulistas, pero hay que tener en cuanta que yo viajo en sentido opuesto al tráfico. En un día normal São Paulo llega a tener hasta 230 Km de embotellamientos.

Ni bien llegué al trabajo y encendí la computadora me encontré con un correo de Vane diciendo que un mosquito la había despertado a la madrugada y que, debido a eso, había prendido la tele y visto en directo el voto de Cobos. Ella quedó muy emocionada y se ve que Tomy también porque pateaba a lo loco. Yo no lo podía creer y debo admitir que me pasé cuanto rato libre tuve en el día pizpeando los diarios. Nunca hubiera creído algo así posible. La verdad que quedé emocionado y, de algún modo, orgulloso de nuestra sociedad. La cantidad de gente que se manifestó, que sigió los debates por los canales de cable, la foto de la gente del campo viendo la transmisión del debate por Canal Rural. Es increíble.

Pr lo demás el día fue en principio bastante tranquilo. La nota la dio la conversación del almuerzo, ya que fuimos a comer al shopping Bonsucesso, muy cerca de la fábrica, acompañados par algunas chicas de administración con las que Luis suele almorzar. El shopping en si casi ni vale la pena mencionarlo ya que era chico, tenía unos cuantos locales cerrado y los que tenía abiertos eran de medio pelo. Eso sí, debo reconocer que era arquitetónicamente más lindo que el shopping Center Norte.

Almorzamos en el patio de comidas, pidiendo la comida en un local de comida por kilo que se llamaba "O Caipira" que es como se le dice a la gente de campo del interior, en general personas simples y sin mucho refinamiento. La conversación en la mesa comenzó con una de las chicas, que es carioca, diciendo que en Rio de Janeiro hay 17 mujeres por cada hombre. No se de donde pudo sacar ella semejante diferencia, ya que yo estuve por allá y no la vi, por lo que le pregunté que era lo que había pasado con los hombres cariocas, si era que se habían vuelto todos gay. A partir de ahí la conversación se volvió enseguida muy graciosa mientras discutimos todas las actividades (depilarse, usar cremas, pasar más tiempo que una mujer en el baño, etc.) que indicaban que un hombre era gay, así no lo tuviese asumido.

La tarde se me hizo larga ya que la idea era ir con Luis y Fraga a cenar y no salimos de la fábrica hasta las 18:30. El lugar elegido para cenar fue la Pizzaria Valpolicella, una pizzería tradicional de Vila Guilherme, en la zona norte de São Paulo cerca del hotel, que queda en el barrio de Santana. Siguendo las instrucciones de Fraga, que es de la zona, pdeimos una "meia e meia" de Biaggio (salchicha calabresa y muzzarela) y Aos Quatro Queijos (Muzzarela, provolone, gorgonzola y catupiry, un queso que parece una crema, muy suave y rico) y otra "meia e meia" de Dumont Villares (atún y panceta ?!) y Portuguesa (jamón, cebolla y huevo). La masa de las pizzas era muy fina pero no muy crocante, lo cual Fraga reclamó, mas las coberturas estaban más que buenas.

Durante la cena charlamos de trabajo, del conflicto del campo en la Argentina y del gobierno de de Lula y luego Fraga me trajo al hotel, con lo que di el día por finalizado. Mañana es mi último día en São Paulo y los planes son entrevistar candidatos para el puesto de ingeniero de procesos en Brasil. Mi vuelo sale a la noche y llega de madrugada a la Argentina, donde Vane y Tomy me están esperando, así que esta es seguramente mi última entrada desde acá. Nos vemos al regreso.

Nota al pie: a pedido de Lore, les paso un mapa con la ubicación del hotel y otros lugares que visité.

miércoles, 16 de julio de 2008

São Paulo, Brasil - Día 2

Finalmente progreso!

El día empezó temprano. A las 6:30 me levante, me pegué un baño y bajé a desayunar. Café (bueno, gracias a Dios), jugo de mora, fiambre y queso mediante a las 7:20 salí rumbo a la fábrica. En el camino en remisero me comentó sobre la gran cantidad de prisiones que hay en São Paulo, por varias de las cuales pasamos frente en nuestro recorrido. Sin ir más lejos Carandirú, una de las prisiones más famosas de Brasil ya fuera de servicio, queda a pocas cuadras del hotel.Como siempre, converso bastante con los remiseros para conocer un poco de la cultura y este en particular es dado para la charla. Aunque hablamos en portugués, él habla español producto de un año y medio vividos en Barcelona.

Llegué a la fabrica a las 8:00 y, luego de algo de demora, la reunión que debió haber sido ayer finalmente se realizó y pude avanzar con lo que vine a hacer, aunque quedaron todavía algunos cabos sueltos para mañana. Al mediodía salimos a la ruta para ir a almorzar a Fazenda Vale Verde, un restaurante de estilo colonial especializado en comida mineira y caipira. Lo particular del lugar era que el salón comedor era como una especie de patio techado con paja, que daba hacia lo que ellos llaman "o mato", una especie de bosque tupido. El sistema era tipo tenedor libre, así que probé un poco de feijoada, charqui (carne seca) asado y picaña asada, acompañado de ensaladas varias. De postre, compota de banana, un poco de dulce de leche (que es mucho más liquido y claro que el nuestro) y un dulce que no se bien que era, pero por el color amarillo aparentaba ser de huevo.

A la tarde fui a conocer la planta de Cumbica, que es bastante chica ya que no tiene casi producción propia, y de ahí para el hotel, donde continué trabajando casi otra hora atendiendo consultas de México, ya que el proyecto de allá se está moviendo y debido a que no paré en todo el día no había podido contestarles. Finalizado eso me tomé el transfer del hotel para el shopping Center Norte, ya que aunque el shopping queda al lado del hotel me recomendar tomar el transfer ya que es más seguro.

El shopping es bastante grande aunque no particularmente bonito. Los pasillos son algo enrevesados y la arquitectura es más bien propia de un supermercado: una gran caja con techo de chapa, sin ningún detalle decorativo que lo disimule. El target del shopping era bien clase media, tipo Alto Palermo o shopping chico de barrio. Los precios son en general caros en la comparación salvo los zapatos, que aproveché y compré. El shopping tiene un anexo enfrente, accesible a través de un puente peatonal, que está dedicado a la decoración, al estilo del Buenos Aires design pero obviamente apuntado a un público de menor poder adquisitivo. Concluidas las compras me tomé el trasfer de nuevo al hotel y luego de dejar las bolsas bajé a cenar. El plato elegido fue pacú (un pez de río) grillado, que venía acompañado del infaltable timbal de arroz y brócoli al vapor. Bastante rico, aunque nada del otro mundo.

Eso fue todo por hoy. Veremos que nos depara mañana.

martes, 15 de julio de 2008

São Paulo, Brasil - Día 1

Es extraño esto de empezar el día antes que el anterior termine.

El día de ayer resultó más agitado de lo previsto. El plan original era salir temprano del trabajo y dormir una larga siesta, con miras a estar fresco para encarar el madrugón de hoy, ya que el remís me pasaba a buscar por casa a las 2:00 (AM, obvio, o no es madrugón). Por supuesto, ningún plan sobrevive al contacto con la realidad y este no sería la excepción. El domingo por la tarde nació Guadalupe, la hija de Lorena (la esposa de Maxi, cualquier similitud con mi cuñada es pura coincidencia). Originalmente tenían prevista una cesárea para el miércoles pero la criatura se ve que estaba apurada por nacer, ya que apenas si llegó a la semana 36. En fin, fue parto natural nomás y la gorda nació chiquitita pero por suerte bien. Los padres, re-contentos. El hermanito, no tanto. El adelantamiento nos permitió ir a visitarla al hospital, cosa que yo no hubiera podido hacer de otro modo. Una vez vueltos a casa, fue entonces sí turno de la siesta. Mi idea era que durara hasta la 1:00, pero lamentablemente el bagre empezó a picar insistentemente y para las 22:45 me había despertado, lo cual redujo mis horas de sueño a unas cuatro y media. Excelente para una siesta, pero un poco corto para tirar todo el día.

El viaje comenzó de una manera poética, yendo por una Richieri casi desierta, con la niebla agazapada en las banquinas pero sin decidirse a entrar en la autopista y “El final es donde partí” de La Renga sonando en el estéreo del remís. La poesía se terminó obviamente al llegar a Ezeiza, donde al llegar veo los mostradores de LAN desiertos y ninguna indicación sobre mi vuelo. Menos mal que yo sospechaba, por haber consultado los vuelos de ambas aerolíneas, que mi vuelo era en realidad uno de TAM y me encaminé hacia allí, ya que información no había ninguna. Hecho el check-in y aduana me dirigí a la cafetería a desayunar. Debo rescatar la buena onda de la chica que me atendió, que lo hizo de la mejor manera a pesar de que, me di cuenta luego, caí justo cuando estaba cenando (o desayunando, vaya uno a saber). De allí me dirigí a esperar para abordar el vuelo, junto con un grupo diverso de argentinos y brasileros que incluía tanto viajeros de negocios con laptops como familias con nenes chicos y, por supuesto, el infaltable cura viajero.

Una vez me tocó ventanilla en el vuelo y no hubo posibilidad de cambio, aunque dado que el viaje era corto no me hice drama. Por lo menos la ventanilla me regaló tres vistas espectaculares. La primera fue dejar atrás Buenos Aires en dirección al río y ver como las luces de la ciudad avanzan como si quisieran comérselo. La segunda fue apenas antes del amanecer, volando sobre el mar apenas fuera de la costa Brasilera. Mirando hacia el oeste se notaba como el cielo de acuerdo a los colores del arco iris, desde un rojo amarillento arriba hacia el violeta abajo, con el mar teñido de añil en lo que parecía una postal de otro mundo. Finalmente, la tercera fue al llegar a São Paulo, con las nubes colgando de los montes que separan la ciudad del mar, como si los montes fueran el borde de una enorme bañera llena hasta el tope de nubes.

São Paulo me recibió con la misma niebla con la que Buenos Aires me había despedido y con algo de fresco. El pase por migraciones y aduana fue muy rápido y a los veinte minutos de aterrizar ya estaba afuera. Un remisero me esperaba con un cartelito con mi nombre para llevarme a la planta de Bonsucesso, Guarulhos, São Paulo. El día laboral no fue todo lo productivo que debió haber sido, en parte porque el cansancio me empezó a pesar pero principalmente porque una de las dos personas que vine a ver ni apareció: llegó tarde, se fue temprano y se pasó el poco tiempo que estuvo reunido. En fin, al menos pude organizar lo que voy a necesitar, pero se perdió medio día. La planta que visité es bastante linda, particularmente por el espacio verde que tiene, pero algo descuidada. Almorcé ahí algo simple: ensalada, arroz con feijoas, algo de papa, un muslito de pollo. Lo que odié fue el café. Es realmente horrible.

A las 17:00, justo antes de que empiece la hora pico, el remís volvió para llevarme al hotel. El viaje duró cerca de una hora debido a que hay tramos de la autopista que están siempre cargados de tráfico, más otra media hora dando vueltas buscando el hotel, ya que no encontrábamos la dirección. No puedo echarle la culpa al remisero, la verdad es que siguiendo la numeración de la avenida como corresponde al hotel no se lo veía. Demás está decir que el sueño, que me tenía cabeceando cerca del final del viaje, se me fue de una.

Así fue como a las 18:30 finalmente estaba en mi habitación del Novotel Center Norte, ubicado casi sobre el límite norte de São Paulo y a una cuadra de un shopping. El hotel es muy moderno en su decoración y cuenta con un par de detalles que me llamaron la atención, tal como el escritorio de granito negro que parece una mesada de cocina o el duchador que hay al lado del inodoro y que supongo cumple la función de bidet. Desensillé, dormí un poco, bajé temprano a cenar sushi en uno de los restaurantes del hotel y me dediqué luego a chatera con Vane un rato, con lo que dí el día por concluido. Veremos que trae mañana.

sábado, 14 de junio de 2008

Carlstadt, NJ, USA - Día 6

Siendo ya mi último día en USA, a la mañana me levanté temprano, hice la valija y me despedí del hotel. Durante la mañana nos dedicamos con Mike a repasar los resultados de la semana, viendo los pasos a seguir, y al mediodía él se fue al hotel a buscar a Irene para irse. En mi caso, el remis me pasó a las 16:30 así que aproveché la tarde para ir preparando mi reporte.

El viaje al aeropuerto fue largo, casi 2 horas, debido a que teníamos que atravesar New York en hora pico y estaba todo congestionado. Llegué, hice el check-in del vuelo en una máquina (cada vez se usa menos gente para atender al público), pasé la revisión de seguridad, donde te hacen sacar hasta los zapatos, y me fui a la zona de abordaje a esperar mi vuelo. Eran las 18:40 y tenía 3 horas para que supuestamente comenzara el abordaje sí que maticé la espera primero con una hamburguesa y luego con un café en Starbucks. La vez pasada, cuando vimos el nuevo local que abrieron en Alto Palermo, Vane me había preguntado que tenía de tan especial. La verdad que, comparado con los cafés de acá, no mucho excepto porque son más grandes y tenés la posibilidad de armartelo como vos quieras (agregar leche, crema, cacao, etc.), pero con respecto al jugo de paraguas que normalmente llaman café en USA la diferencia es notoria.

El avión que teníamos que tomar llegó retrasado de San Francisco, al punto que desembarcó directamente en nuestra puerta de embarque. Debido a esto terminamos embarcando con más de media hora de demora, a lo cual se le sumó otra media hora esperando turno para despegar. En definitiva, despegamos con una hora de retraso. El vuelo fue agotador. Me tocó nuevamente ventanilla, lo cual es muy bueno par mirar ero no tanto para moverse, algo que está visto que debo hacer si quiero mantener una buena circulación. La próxima, pido pasillo. Dormí apenas un poco y a las 10:30 ya estaba de nuevo en la Argentina. Como suele suceder n los vuelos que vienen de USA, la Aduana me revisó la valija pero el guarda se distrajo con la laptop, que obviamente podía demostrar que no la traje de afuera, y no se fijó en el resto de la cosas que compré allá. 

En fin, ya estoy de nuevo en casa. Será hasta el próximo viaje.

viernes, 13 de junio de 2008

Carlstadt, NJ, USA - Día 5

Today started the day a bit different, as I decided...

(Esto de estar hablando Inglés todo el tiempo me está afectando. Sin siquiera pensarlo empecé a escribir esta entrada en Inglés)

Hoy empecé el día de un modo diferente, ya que decidí desayunar en la habitación aprovechando que tenía jugo de naranja, café y fruta. A las 8:30, como siempre, me encontré con Mike en el lobby del hotel y salimos para la planta. Mike tenía cara de haber dormido mal, atribuíble principalmente a que su cena familiar del día anterior había resultado un desastre: sus primas se pelearon mientras los esperaban, ocasionando que una de ellas se fuera luego de que llegaran y la otra se pasara la cena despotricando. Al fin y al cabo, cómo le dije, la pasé mejor yo laburando que él.

La mañana trajo nuevamente resultados prometedores en cuanto al barniz que estamos haciendo y al mediodía invitamos a Neil, el técnico que nos dió una mano con las pruebas a nivel laboratorio, a almorzar en un restaurante llamado Taos, que se especializa en comida fusión. Mi orden fue "Chicken Pockets", un plato muy interesante que era una pechuga de pollo rellena con jamón cocido, muzzarela y tomates desecados, envuelta en masa de hojaldre. Esto venía acompañado con una ensalada de fideos y verdura (hojas verdes de vaya a saber qué) y un dip de queso gorgonzola para mojar el pollo. La verdad muy rico y recomendable como alternativa a la clásica suprema rellena.

Durante la tarde confirmamos los resultados y obtuvimos nuestro primer lote completamente dentro de especificaciones, para luego dedicarnos a planear los próximos movimientos. Por lo pronto Mike estaría dejando su visita a Argentina para más adelante, ya que hacer Miami - Buenos Aires - San Pablo - Miami como el tenía pensado le salía algo así como USD 7.000, un verdadero despropósito. Por ende, lo más probable es que yo viaje para San Pablo del 23 al 27 de este mes. Al menos son sólo 3 horas de vuelo y se hace en el día. Mi próximo viaje a México, en cambio, depende de cuanto se tarde en negociar la autorización para seguir adelante, pero no creo que ocurra en menos de un mes.

A la salida del trabajo le pedí a Mike de pasar por un Radio Shack, una tienda de electrónicos, para comprar el iPod que Andrea quería. Bueno, no exactamente el que quería ya que iPods de 2 Gb no había y los de 4 Gb salían USD 150, no USD 20 como ella puso en el correo. Así fue que terminé comprando un iPod Shuffle de 1 Gb por USD 50, lo cual estaba mucho más cerca del precio. Espero que le guste. Si no, bueno, se quedará sin nada. :) De paso, compré un router inalámbrico para Lita.

Llegué al hotel, me bañé y luego me encontré con Mike e Irene para ir a dar una vuelta. Luego de una breve discusión decidimos ir al mall (haber sabido), el mismo del martes. En realidad sólo me quedaba una cosa por comprar, un regalo para bodoquito, y el elegido fue un oso de Build-A-Bear. Algo había hablado de este lugar el año pasado y lo que dije era cierto: los padres terminan gastando fortunas en estos osos. Sin embargo, no había visto el proceso de compra por dentro como esta vez, el cual es, la verdad, genial en su concepto.

En Build-A-Bear uno empieza eligiendo un oso (no necesariamente un oso, puede ser también algún otro animal, incluso un dinosaurio) sin rellenar y lo lleva a la máquina de relleno para rellenarlo "de amor" (que es sospechosamente parecido a la fibra no tejida que se usa en algunas almohadas). Se le puede agregar un chip con sonidos, incluso grabados por uno mismo y un "corazón que late" o si no le agregan un "corazón" normal de peluche. También le agregan un código de barras que es único del oso y permite devolverlo a su dueño en caso de que se pierda. Una vez finalizado, el oso se cierra y supuestamente "nació", así que hay que "bañarlo", lo cual se hace bajo corriente de aire en una especie de bañadera.

El siguiente paso es vestir al oso. Hay ropas de todo tipo: mucha ropa femenina, algo de masculina y uniformes (soldado, policía, bombero, pirata, Batman, Spiderman, etc.). También hay accesorios, como antejos, carteras o celulares. Cada pieza se vende aparte, con lo cual el costo final del oso empieza a subir. Mike e Irene se divirtieron a costo mía durante todo el proceso, especialmente durante la elección de ropa. Mike de hecho arruinó mi idea de oso Batman cuando dijo que parecía un oso sadomasoquista. En definitiva, me terminé incluinando por el oso motoquero: campera de cuero, remera negra de Harley-Davidson, pantalón de jean negro con cadena, borcegos negros y anteojos de sol tipo policía de Chips. La verdad que se parece a Terminator o a Toga. Para terminar, le puse al oso el nombre de James Dean y emití su certificado de nacimiento.

Después de comprar el oso (creo que Irene va a querer uno) recorrimos el mall un poco más y luego nos fuimos a cenar. El lugar elegido fue Paisano's, un restaurante italiano cuyo chef y dueño, nos enteramos luego, era argentino. De entrada pedimos calamares con hongos y salsa cajún, que eran rabas empanadas, con portobelos salteados rociados por la salsa, que resultó ser bastante dulce. A Mike no le gustaron y, debo decir, a mi tampoco me pareció que la salsa pegara mucho con las rabas. De plato principal pedí ravioles negros de langosta, bañados en salsa rosa con espinaca y camarones. La salsa estaba excelente y los ravioles muy ricos, aunque sigo considerando mejor al relleno de salmón, a mi juicio el mejor relleno de raviol que he probado. Habría que ver como eran los de centolla ya que en general la prefiero respecto de la langosta.
Eso es todo desde New Jersey. Mañana dejo el hotel y de la planta voy directo al aeropuerto, así que mi entrada final de este viaje probablemente la haga desde casa el sábado o domingo a menos que, como en Mexico, encuentre un punto de Wi-Fi gratuito en el aeropuerto.

miércoles, 11 de junio de 2008

Carlstadt, NJ, USA - Día 4

¡Ningún tiempo libre!

Mis esperanzas de tener algo de tiempo hoy a la tarde se evaporaron dado que el lote de prueba de hoy no anduvo bien y tuve que quedarme un par de horas más a ver si podíamos arreglarlo. Dado que Mike tenía una cena y se fue antes, Rich, quien está a cargo de la planta piloto, fue quien me trajo al hotel y tuve la oportunidad de conocer los cinturones de seguridad automáticos que tenía en el auto. Son un dispositivo bastante ingenioso, ya que es como si la hebilla estuviera siempre abrochada y lo que se mueve es la otra punta, que se desplaza alrededor de la puerta, hacia adelante cuando se abre, para dejarte pasar, y luego hacia atrás para asegurarte.

A decir verdad, lo único notable del día fue la cena: almejas al vapor de entrada y camarones rellenos de centolla de plato principal, que en realidad eran camarones con una bochita de carne de centolla encima. Para alguien que le gustan los mariscos, una delicia. De almuerzo había comido en LJs, la cafetería cerca de la planta, un lip smacker, que es una pechuga de pollo con salsa picante, envuelta con lechuga y una especie de rapidita Bimbo.

Nada más por hoy, veremos que nos depara mañana el día.

P.D.: La cámara de mamá funciona, tal y como puede atestiguar esta foto de prueba. El de la foto es Mike.

Carlstadt, NJ, USA - Día 3

Eureka!

Hoy finalmente logramos fabricar en el reactor piloto uno de los barnices, así que mi trabajo acá va bien encaminado. Aunque con el otro no demos pie con bola, al menos ya podemos ir moviendo el proyecto adelante. En fin, estuvimos yendo y viniendo entre la planta piloto y el laboratorio de resinas y una de las cosas que tiene la planta donde estamos es que es un laberinto. No me extrañaría encontrarme un minotauro en algún pasillo un día de estos.

Para almorzar hoy seleccionamos un típico "dinner" que, aunque un poco mejor puesto, parecía sacado de una película. Un menú lleno de platos típicamente americanos, el especial del día y unas camareras que parecían sargentos de instrucción. El tono con el que les preguntó a los de la mesa de al lado "¿Están listos para ordenar?" parecía implicar "¡Más les vale que lo estén!". Mi comida consistió en una sopa de pollo con verdura y un "cerdo arrancado" que era como una sandwich de cerdo, que estaba como si lo hubieran deshilachado y servido las hilachas de carne. Una preparación de lo más extraña.

Una vez de vuelta, y dado que Mike e Irene iban a visitar familiares, me tomé el colectivo 163 en Paterson Plank Rd. y Hackensack St. hasta el mall Garden State Plaza. El colectivo en si, ya que el recorrido hasta el mall no forma parte de la ruta común durante los días de semana, tuve que esperarlo más de media hora pero valió la pena ya que parecía un micro de larga distancia, con aire acondicionado y asientos reclinables muy cómodos. La verdad que un lujo. El viaje demoró unos 40 minutos, no tanto por la distancia como por que el micro iba lento, dejando pasajeros a cada rato. Para cuando llegamos al mall creo que yo era el único que quedaba.

El mall es el mismo al que fui con Mike e Irene el año pasado y aproveché para comprar ahí el regalo para el Día del Padre, la cámara que me pidió mamá y algo para Vane y para mí. También tenía la intención de comprar el iPhone que Gonzalo quería, pero a pesar de tenerlos en exibición, no los estaban vendiendo, por lo que quedó para la próxima. A pesar de haber dado bastantes vueltas, no pude mirar mucho ya que estaba corto de tiempo y decidí enfocarme en lo que iba a comprar. Fue casi una carrera contra el reloj ya que llegué al mall 19:15 y el último colectivo salía a las 22:00. Para colmo, tenía que considerar volver en un horario en que fuera factible cenar, ya que acá se cena temprano y para las 21:00 o 22:00 los restaurantes empiezan a cerrar.

Además del iPhone, la otra desilusión me la llevé en Abercombie & Fitch, donde vi unas camisas muy bonitas y pensé en comprar una para mi viejo y otra para mí. Menos mal que se me dió por probarlas ya que eran recontra chicas, al punto tal que la XXL no estaba ni cerca de poder abotonarmela. La verdad, no entiendo con que criterio las hacen. Por otro lado, pude averiguar en Victoria's Secret el equivalente del corpiño de Vane: 32A. La vendedora me miró bastante raro cuando saqué un corpiño de la mochila con fines de comparar, pero en definitiva no dijo nada y se puso a medirlo contra los que tenía hasta encontrar el talle. Otro incidente fue con una chica en un stand que me quería vender aceite con sal del mar muerto para suavizarme las manos. La chica, que era judía, me tomó por judío también (es la segunda vez que me pasa, lo mismo me pasó con el taxista que me llevó al aeropuerto en México) y se quedó un poco dura cuando le contesté que no lo era pero de algún modo se las ingenió para hacerme probar el producto. Es cierto que me dejó las manos suaves, pero la verdad que no estaba interesado en comprar algo que puedo hacer en casa con aceite y sal entrefina.

Salí del mall a las 21:00 y pesqué justo el colectivo que estaba llegando a la parada. La verdad que me vino bárbaro porque se veía relampaguear feo y al poco de subirme al colectivo empezó a llover bastante fuerte. De hecho, pasamos varios árboles caídos, zonas sin luz y camiones de bomberos yendo y viniendo. Incluso en un punto tuvimos que desviarnos porque la calle estaba cortada por un arbol caído. La chofer, una negra, estaba bastante nerviosa y charlaba con un pasajero que no quería desviarse ya que podía terminar en una calle angosta donde no pudiera doblar por falta de radio de giro, cosa que aparentemente ya le había pasado alguna vez. Evidentemente no sabe como manejan los colectiveros en Buenos Aires.

Llegué al hotel poco antes de las 22:00 y apenas llegué a tiempo para cenar en Charlie Brown's Steakhouse, que queda al lado del hotel y tiene una onda similar a Henry J. Beans. Cené medio rack de costillas de cerdo (son sólo las costillas y un poco de carne entre los huesos) con una papa al horno. Lamentablemente se me hizo bastante tarde, casí las 23:00 hora local, 0:00 de Buenos Aires, así que apenas tuve tiempo de comunicarme con casa. Mañana probablemente tenga más tiempo libre, ya que Mike e Irene van a visitar amigos y yo no tengo planes de ir a ningún lado.

lunes, 9 de junio de 2008

Carlstadt, NJ, USA - Día 2

La semana laboral comenzó temprano con un típico desayuno americano, en verdad no muy bueno. Este hotel no tiene cocina propia, así que lo que sirven es bastante básico. Del hotel nos fuimos directo a la planta (Mike alquiló un auto) y empezamos con las presentaciones. En realidad hoy no hubo mucho que hacer debido a que la semana pasada fue una semana perdida por culpa de un error en las materias primas que mandaron, así que recién hoy estaban logrando hacer el barniz en laboratorio y las pruebas en la planta piloto, que es lo que vine a hacer, quedaron para mañana. Menos mal que no vinimos la semana pasada, ya que hubiera sido perder el tiempo. Por ende, nos la pasamos todo el día haciendo sociales y pegandonos una vuelta por el laboratorio de tanto en tanto.

Al mediodía salimos a almorzar a una especie de cafetería cerca de la planta, el mismo lugar al que fui la vez pasada, y me pedí un sandwich de pollo a la parmesana que era básicamente eso: pechuga de pollo con salsa de tomate y queso parmesano gratinado en un pan. De beber me pedí un Ice Tea que era tan dulce que enfermaba, por lo cual lo terminé dejando. El camino de ida y vuelta a la cafetería era agobiante: hacía como 30°C y una humedad insoportable. La tarde fue más de lo mismo pero, dado que todo el mundo parece que se raja temprano, para las 16:45 ya no quedaba nadie así que nos fuimos. Me bañé y cambié y a eso de las 17:30 Mike e Irene me pasaron a buscar para ir a cenar.

Al pasar vieron la cámara en la notebook, lo cual reflotó mi comentario de que la usaba para mantenermen en contacto con casa. Irene no podía creer que la usara para hablar con mi madre, ya que la de ella aparentemente no es capáz de usar siquiera un celular, ya que no lo entiende. Ayer fue bastante gracioso oirla hablar con ella por teléfono mientras íbamos hacia el super, ya que mezclaba inglés y portugués de las formas más extrañas, tal y como referir a una caja de fusibles como "o fuse box".

Después de viajar un rato bastante largo (25 km según Google Maps) llegamos a Ginza, un restaurant japonés en Caldwell donde me pedí una especie de combo (el nombre en japonés suena mejor, pero no me lo acuerdo) que traía miso, una sopa japonesa con tofu y algas, ensalada, tempura de camarones, teriyaki de salmón, una especie de tortelettis fritos, un par de California rolls (sushi) y una especie de arrolladito primavera chiquito, relleno de verdura, todo en porciones chicas. Además de eso también pedí unos rolls de centolla y los intercambié con mike, que habiía pedido rolls de atún (crudo) picante y salmón con palta. Estuvo muy bueno, aunque fue extraño haber terminado de cenar 19:30, cuando el sol ni se había puesto.

En el camino de vuelta hicimos una desviación para parar en Rita's, una heladería de la que son fanáticos. El helado, que era de agua, era tan dulce que resultaba insoportable, aunque por educación me lo comí sin decir nada. La verdad, nuestro helado, aún el más trucho, es mil veces preferible a eso. La verdad, no entiendo como se bancan tanto dulce. Con razón están todos diabéticos. Debido a éstar empalagado, ni bien llegué me preparé un café, para sacarme la dulzura.

Eso es todo. Mañana la seguimos.

domingo, 8 de junio de 2008

Carlstadt, NJ, USA - Día 1

Heme aquí de nuevo en la brecha, reportando desde tierras lejanas aunque, al menos por hoy, no lo haya parecido del todo.

El vuelo, en un avión de American Airlines, fue normal. Como si fuera un típica película de aviones, no faltaron personajes entre los pasajeros: dos curas, tres haitianos, un montón de rubias yendo a New York y hasta un político, Antonio Cafiero. Sólo faltó la comida en mal estado y los pilotos descompuestos para poder redondear la historia. Me tocó un asiento en ventanilla, lo cual fue al mismo tiempo un beneficio, ya que me permitió mirar hacia afuera y apoyarme para dormitar, pero al mismo tiempo me hizo más complicado ir al baño o estirarme. El asiento resultó bastante duro, lo cual lo hacía algo incómodo y la falta de movimiento me hinchó los pies. De hecho, aún tengo los tobillos hinchados.

El vuelo en sí tuvo algunas anécdotas. Para empezar, por poco no despega ya que había, según el capitán, algún equipo electrónico encendido que causaba interferencia de radio. Después de reclamar un par de veces que revisaran todo y lo apagaran, una mujer se levantó, sacó su laptop del compartimiento de equipaje y vio que estaba prendida. Aparentemente le había ordenado apagarse y la cerró sin verificar, mientras la computadora se quedaba trabada en una planilla de Excel sin guardar. Para colmo, y vaya a saber por que, la mujer no se daba maña para apagar la máquina y estuvo un buen rato lidiando con ella hasta que finalmente se la dio a otra persona. En fin, una naba.

Estando sobre la ventanilla pude tener una linda vista de Buenos Aires desde el aire al despegar, así como de otras ciudades en el camino. Es especialmente lindo de ver la sucesión de pueblos a lo largo de una ruta como si fueran manchas de luz en secuencia que se pierden en el horizonte. También tuve la oportunidad, cuando pasábamos sobre Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, de ver desde el aire lo que parecía ser el lanzamiento de fuegos artificiales. Es increible que lo que resulta tan espectacular desde tierra se convierta en apenas chispitas de colores desde el avión. Después de pasar sobre un banco de nubes en la Amazonia y Colombia, de la cual se entrevió solo un poquito, pude ver Jamaica desde el aire, toda iluminada, y luego el sur de Cuba y algo de las Bahamas, hasta que las nubes volvieron a tapar todo y yo intenté dormir un poco.

Llegamos a Nueva York poco después del amanecer, aunque la combinación de la bruma y el ángulo de entrada no me dejó ver mucho de la ciudad. A las 6:20 estaba en tierra y, luego de un trámite de migraciones y aduana bastante rápido, estaba afuera a eso de las 7:20. Hay que reconocer que este aeropuerto parece más eficiente que Miami, al menos tiene una sóla fila para Migraciones, como Ezeiza, aunque el cartel indicador de a que cabina ir estaba reemplazado por una negra simpatica, embarazada, que mandoneaba a la gente de acá para allá. En cuanto a la Aduana, no me revisaron nada. El de migraciones miró la pantalla e hizo unas marcas en el formulario y el de Aduana las miró y me dejó seguir de largo. Capaz que te revisan la valija electrónicamente, lo vuelcan en el sitema y el de migraciones más o menos verifica que hays declarado eso.

A la salida me tomé un Taxi y me vine al hotel, que es el mismo de la vez pasada. Los del hotel, con muy buen tino, incluyen como llegar al hotel en el formulario electrónico de reserva, así que sólo tuve que darle el papel al taxista, que por supuesto era pakistaní o algo así, y el tipo me trajo. Camino al hotel pasamos por el estadio de los New York Giants, que queda cerca, y ahí me enteré que la Selección Argentina jugaba con la de USA esta misma noche, lo cual confirmé con la concerje del hotel, una portorriqueña (creo, por el acento) que me dijo que el hotel estaba lleno de "Ches" por ese mismo motivo. Mientras esperaba que me dieran un cuarto (eran apenas las 8:00, muy temprano para el check-in) desayuné y tuve oportunidad de ver tanto hinchas argentinos como americanos deambulando por el hotel.

A las 10:00 me dieron el cuarto, me pegué una ducha y me fui a dormir hasta las 14:00, cuando suponía que iban a llegar Mike e Irene. Llegaron a eso de las 14:30 y nos fuimos a almorzar a un restaurante portugués que ellos conocen. Mike casi me confunde con otro que andaba con una camiseta de la Selección y después en el estacionamiento vimos a varios más con una bandera de cancha, sacándose fotos. Mike dijo de llamar a un revendedor que conocía para ver si conseguía entradas para el partido pero al final lo descartamos cuando a la vuelta vimos el terrible bolonqui de autos que iban al estadio, preludio seguro de un lleno total.

El restaurante, Valença, es una tipica cantina familiar, repleta de gente y eso que eran más de las 15:00. Comimos chourizo em barca, que es como un chorizo español pero no tan condimentado, largo y doblado en U como longaniza, al que asan y te lo sirven en una especie de botecito de barro llenan de alcohol y lo encienden para darle un flambeado. También comimos almejas en su concha saltadas en ajo y cilantro, y de plato principal lechón rostizado, que es la especialidad de la casa y el favorito de Irene. Todo acompañado por sangria y, de postre, creme brulée.

Terminados de almorzar, a las 18:00, nos volvimos para el hotel, previo paso por un supermercado para comprar comida y bebida para el minibar. Compré jugo de naranja, gaseosa y frutas: cerezas, uvas chilenas, pera asiática y pomelo. Había peras argentinas, pero todavía estaban verdes, así que las dejé. Vuelto al hotel, y ya sin idea de cenar dado lo tarde del almuerzo, me dediqué a mirar el partido y videochatear con Vane, ya que al menos este hotel tiene una conexión de Internet decente y, luego, a escribir esta entrada.

Eso es todo por hoy. Mañana será el turno de laburar.

martes, 27 de mayo de 2008