viernes, 10 de julio de 2009

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Día 12

La idea de hoy era visitar las Salinas del Bebedero y después el centro de San Luis pero Rosalía, la dueña de las cabañas, nos recomendó visitar el Monasterio de Suyuque, que dijo que era muy lindo así que después de comer salimos rumbo a las salinas via la ciudad de San Luis. Una cosa curiosa es que justo después de la ciudad de San Luis la ruta nacional 7 baja por una cuesta no muy pronunciada en inclinación pero muy larga que va hacia el oeste. Lo medimos con Lola y son 200 metros los que se bajan de manera constante a lo largo de unos 10 Kilómetros. Donde termina la cuesta doblamos a la izquiera en la ruta provincial 15 rumbo a las salinas. Por si no lo saben, de allí es de donde proviene la sal Dos Anclas así que al llegar nos sacamos algunas fotos junto a las montañas de sal esperando su turno para terminar en un supermercado.

De allí enfilamos nuevamente a San Luis y tomamos luego la ruta provincial 3, pasando de costado por la ciudad de La Punta y doblando justo después hacia las sierras para en trar en Suyuque. Es increible como a medida que ascendíamos por el valle los matorrales le iban dando paso a los pastizales y el amarillo al verde, hasta llegar al convento, que mira desde una saliente hacia el oeste pero está ubicado a metros de un arroyo que baja de la montaña en pleno verdor. El monasterio es muy lindo, pero lamentablemente estaba cerrado por lo que no pudimos visitar la capilla ni comprar artesanías, que según nos había comentado Rosalía allí eran muy lindas. Tomamos unos mates cerca del arroyo y nos volvimos. Tengo que reconocer que el murmullo de las aguas fue sumamente relajante. El camino de regreso fue una vez más por el camino entre Potrero de los Funes y La Punta y esta vez le tomé la altura al ascenso: 300 metros.

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Día 11

Hoy la excursión fue por la mañana. Desayunamos como otras veces en la panadería Sumalao y de allí

tomamos el camino a la cumbre, que es un camino de ripio que lleva por entre las sierras al pueblo

de El Durazno. El camino sale del costado del centro cívico y tiene en su primer tramo un par de

miradores, uno desde donde se ve el pueblo y el embalse y otro desde donde se ve el valle del rio

Los Molles, que es así como se llama el "arroyo" que cruza el pueblo.

El camino, por suerte más ancho y plano que el camino de los cerros de la vez pasada, serpentea

entre las sierras siguiendo el valle de uno de los tributarios del río Los Molles hasta su

vertiente. Cuando uno se imagina una vertiente siempre piensa en agua goteando de una roca, como

vi en Inti Huasi, pero en realidad la vertiente no era otra cosa que un pedregal sin plantas en la

ladera de la colina en el cual se notaba originaba el curso del ría que luego al bajar se hacía

más profundo y comenzaba a tallar una cañada en el valle. Cruzamos el paso entre dos valles y del

otro lado nos entcontramos otra vertiente. En este caso se trataba del rio El Volcán (si, el mismo

que cruza el pueblo ese nombre) al que el camino iba bordeando. Salimos de las sierras y llegamos al camino de acceso a El Durazno, el cual estaban empedrando. Aparente mente Alberto Rodriguez Saa tiene su casa de fin de semana ahí por lo cual estaba mejorando el acceso.

Volvimos a encontrarnos con el río, que ahora tallaba un cañadón en la llanura y lo seguimos hasta el pueblo de El Volcán, donde tomamos la ruta provicial 20 rumbo al embalse Cruz de Piedra y de allí de nuevo al acceso a Portrero de los Funes. Cosa curiosa, la ruta 20 a esa altura tiene un peaje, así que luego de pasarnosla por caminos de ripio terminamos pagando $3 por hacer los únicos 10 Km de asfalto que hicimos.

Por la tarde luego del almuerzo y la siesta de Tomi salimos a mapear la parte que me faltaba del pueblo y llegamos hasta el hotel Potrero de los Funes, que tiene un mirador desde se puede apreciar el embalse y un bosque sobre la ladera que da a la ruta que tiene senderos para recorrer. Vane se cargó a Tomi en la mochilita y anduvimos por ahí dando vueltas. La verdad que el "jardín" es muy lindo pero está un poco descuidado, particularmente la parte que da al río, ya después del dique.

Pegamos la vuelta y del otro lado del embalse bajamos por un acceso que da al río Los Molles y siguiendo el pedregal seco de su cauce llegamos hasta la desembocadura, donde paramos para tomar mate con pan dulce que habíamos comprado a la mañana en la panadería. Al pan dulce se lo notaba fresquito como y estaba muy rico, al punto tal que con Vane nos lo comimos casi todo salvo un pedacito que me reservé para la mañana siguente.

jueves, 9 de julio de 2009

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Día 10

Hoy volvimos a las excursiones, en este caso al Parque Nacional Sierra de las Quijadas.


Ver Recorrido a P. N. Sierra de las Quijadas en un mapa más grande

Salimos de Potrero de los Funes por el acceso principal y ni bien pasamos la Quebrada de los Cóndores (así se llama) doblamos a la derecha y pasamos frente al monumento al Pueblo Puntano de la Independencia ya que fue en ese lugar, que se llama Las Chacras, donde San Martín reunió a los puntanos que lo acompañarían en su campaña a Perú. El camino que tomamos nos permitió entrar a la ciudad de San Luis desde el norte, probablemente la zona más pobre de la ciudad. Eso si, no esperen encontrar ninguna villa: lo que hay son barrios de casas todas iguales, sin duda hechas por el gobierno que la verdad pintan bastante lindas. Otra cosa sorprendente eran los carteles publicitando el kilo de asado a $7,50, aunque en si no es del todo raro: la verdura también es barata acá y ni que hablar de las facturas, que cuestan $12 la docena.

En San Luis tomamos la ruta nacional 147, que lleva a San Juan, y encaramos rumbo al parque nacional, que está sobre el borde noroeste de la provincia. El viaje fue probablemente el más aburrido de todos ya que la ruta no era más que una sucesión de rectas que cortaban los matorrales, con una curva muy de vez en cuando para romper el aburrimiento. Yo siempre he pensado que la Argentina debería tener una red caminera que uniera sus principales ciudades con autopistas de dos o más carriles por mano, pero viendo la poca circulación que hay en esta ruta creo que con un carril por mano le alcanza y sobra. A los costados de la ruta se veían campos interminables de matorrales cercados uno se preguntaría para que cercar terrenos tan obviamente improductivos si no se cruzara aquí y allá majadas de cabras pastando al costado de la ruta. Es evidente que en esos campos se crían cabras que se alimentan de los pastos secos que crecen entre los matorrales. De tanto en tanto se ve una tapera, flanqueada por un corral para las cabras y un estanque con agua, probablemente extraída de algún pozo ya que los arroyos están todos secos.

Llegando a Sierra de las Quijadas el terreno se iba volviendo rojo y aún más seco. Ya no crecían pastos entre los matorrales, que eran más bajos y aún menos verdes. Entramos al parque nacional, pagamos la entrada y el guía nos dijo que, dado que íbamos con un bebé, el único recorrido que nos recomendaba era el de los miradores. Tomamos el camino de acceso y nos dirigimos a la zona de camping. El camino es en principio recto y atraviesa una zona donde se encontraron hornillos de cocción de cerámica aborigen. Dado que no encontraron muchos resstos de ninguna otra cosa creen que los pobladores originarios (como los llaman) venían aquí sólamente a hacer cerámica. Se entiende, la tierra de la zona debe ser muy buena para hacer platos pero difícilmente en la zona encuentres algo que poner sobre ellos.

Ya llegados a las sierras nos metimos en un camino que recorría el fondo de una cañada. Las sierras son en realidad un levantamiento de suelo sedimentarios no muy firme y por lo tanto facilmente erosionable por el agua. A cada paso se podía ver el efecto de dicha erosión, lo cual era verdaderamente interesante. Incrustadas en los sedimentos había piedras propiamente dichas que me hacían acordar al piso de la cocina de los lelos (una especie de mármol negro), las cuales al ser liberadas por la erosión se amontonaban aquí y allá. Aún no estaban redondeadas de rodar por el agua, así que conservaban sus bordes.

Llegamos luego de varias curvas y contracurvas al sector de camping donde solo había una proveeduría cerrada, mesas y banquitos para comer, unos baños precarios pero muy limpios, unos cuantos coches y el gran total de una carpa. Almorzamos ahí sandwiches de pollo que habíamos llevado mientras Tomi se entretenía mirando los pajaritos que picoteaban las miguitas de las mesas vecinas. De allí seguimos unos 500 metros más hasta el último estacionamiento, cargué a Tomi en la mochilita y encaramos rumbo a los miradores. La vista realmente quita el aliento, mil palabras no le harían justicia así que mejor vaen las fotos que subimos (cuando suban, claro está). Las Sierras de las Quijadas forman un anfiteatro natural, una especie de depresión en forma ovalada, el potrero de la aguada, donde desaguan los arroyos que bajan de las sierras, cada uno tallando un cañón bastante profundo en los farallones (acantilados) de las mismas, que llegan a superar los 200 metros de altura. Al llegar al pimer mirador encontramos tres banquitos hechos de tronco que invitaban a sentarse y contemplar desde ahí la puesta de sol. Me hizo acordar al video de Enjoy the Silence de Depeche Mode (para el que no lo vio, el cantante, vestido como El Principito, va recorriendo paisajes majestuosos para ver la puesta de sol). De allí comenzamos el recorrido hacia los otros miradores pero solo llegamos al segundo, el camino más allá era de cornisa y con escalones y por más que tuviera baranda con Tomi colgado no daba para arriesgarse a tropezar.

Volvimos por la misma ruta y en el camino paramos en San Pedro, un caserío al costado de la ruta donde vimos carteles de Kiosco ya que de lo seco que es nos habíamos tomado toda el agua y estábamos medio muertos de sed. Hacía calor, así que no daba para tomar mate, ni hablar que cebar se complica cuando el acompañanate va atrás. El pueblito en si serían unas tres cuadras de casas sobre la mano oeste de la ruta. Las casas tenían en su mayoría al fondo corrales de cabras. Mucho no había pero eso si, la unidad básica es infaltable. Se ve que no debe pasar mucho por allí, ya que las mujeres que me vendieron el agua salieron a ver quienes eran que habían parado una vez que salí del negocio. Supongo que eran madre e hija, la hija con un bebé precioso de la edad de Tomi más o menos. Seguimos camino por la ruta 147 hasta llegar más o menos a la altura de La Punta, donde nos desviamos para entrar a Potrero por el camino a La Punta. Hay que reconocer que tomarlo al atardecer lo hace aún más lindo.

martes, 7 de julio de 2009

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Día 9

Hoy tocó ir al super de vuelta. Esta vez fuimos al Plaza Vea, ya que Vane había roto una taza y le parecía que en el Easy que hay al lado la iba a encontrar. Como suele pasar en el Plaza Vea, no importa si es lunes a las 11 de la mañana: siempre hay cola ya que prácticamente no tenían cajas abiertas. Para colmo, en la caja que eligió Vane la gente que estaba delante nuestro tenía problemas con la tarjeta y tardaron un montón. Es más Vane tuvo tiempo de ir al Easy, comprar la taza (el conocimiento que tiene Vane de los bazaares de los supermercados es asombroso), volver y todavía recorrer un rato el mini shopping que está adosado al super.

Por la tarde decidí dedicarme a hacer algo que tenía pensado desde que llegué: mapear al pueblo. Los mapas que tiene cargados el GPS son de Proyecto Mapear, una comunidad de usuarios de GPS que se están encargando de mapear todas las rutas del país. Dado que descargué los mapas gratis, lo menos que puedo hacer es donar un rato de mi tiempo a contribuir con el proyecto, así que me subí al coche, activé la opción "Ver recorridos" y el GPS se llenó de líneas rosas que marcaban las rutas que había tomado. Dado que la mayor parte del pueblo no está mapeada muchas de esas líneas cruzaban supuestos descampados. Me dediqué por una hora y media a ir recorriendo el pueblo hasta que el enjambre de líneas comenzó a parecerse a un mapa del mismo. En algunos puntos seguí caminos hasta más allá de donde eran rutas para coches y se volvían senderos de caballos, o fuí por calles que recién estaban trazando, algunas apenas senderos de ripio que subían a los montes. También seguí un sendero apenas marcado que te llevaba a la orilla del embalse, con una vista preciosa. Estuve en eso hora y media hasta que decidí volver, con parte del pueblo aún sin mapear.Bastante aventurero, debo decir, y volví con el coche lleno de polvo de los caminos. Sólo quede ahora bajar el recorrido del GPS y enviarlo a los coordinadores del proyecto. En el futuro quienes vengan a Potrero de los Funes podrán ubicarse mejor gracias a mi colaboración, así como yo llegué a muchos lados gracias a la colaboración de otros.

A la noche tocó pollo a la parrilla, acompañado por papas y batatas al disco de arado. Esta vez el pollo se asó sin incidentes y quedó muy rico. También las papas, aunque lamentablemente no quedaron doradas. Ya les encontraré el punto.

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Día 8

Wi-Fi gratis las petunias!

No se si es el efecto de las vacaciones de invierno y los chicos encerrados en la casa por la gripe porcina o que, pero la conexión de internet dejó prácticamente de funcionar. No es que no haya señal, sino que se pone tan lenta que es como si no hubiera. La semana pasada por lo menos se podía navegar bien a la mañana, pero ahora ni eso. Desde el sábado que estoy tratando de subir las fotos que sacamos en La Punta y no hay caso, a lo sumo logro subir una por día.

Hoy nos la pasamos nuevamente en Potrero así que más vale que les describa un poco el pueblo. Como les he dicho antes, San Luis queda en la punta de las sierras, un poco al sur y al oeste de donde terminan las mismas, si uno va hacia el este, camino hacia las sierras, va subiendo de a poco por las mismas y se encuentra con Juana Koslay, un pueblo que es parte del conurbano de San Luis. Pasado Juana Koslay uno dobla hacia el norte y se encuentra con una quebrada en la pared de las sierras por donde discurre un arroyo. Subiendo por la quebrada se llega al dique Potrero de los Funes, que forma el embalse del mismo nombre. Al lado del dique se levanta el Hotel Potrero de los Funes, un hotel de cuatro estrellas con una vista preciosa del embalse y las sierras. Todo alrededor del embalse han hecho una pista de carreras. Lo extraño del caso es que cuan no hay carreras se usa como ruta de acceso al pueblo. De hecho muchas casas dan directamente a la pista y no se como harán para entrar cuando la pista se cierra para las carreras.

El centro del pueblo se encuentra al norte del embalse, siguiendo el curso del arroyo que lo alimenta aunque últimamente se ha extendido también hacia el este, que es donde la zona llana tiene más anchura. El embalse y el pueblo están completamente rodeados por las sierras. Al sur y al oeste del embalse las mismas llegan prácticamente al borde del agua mientras que al este hay un espacio considerable. Las sierras al norte, las más elevadas, van subiendo gradualmente y son una vista hermosa que lamentablemente no se aprecia desde el centro del pueblo aunque si desde el este.

Aunque al pueblo lo cruzan varios arroyos, sólo dos tienen agua en este momento. El mayor de ellos baja desde el norte y al llegar al pueblo hace una U para esquivar un espolón de la sierra, justamente el mismo sobre el cual está nuestra cabaña. La calle Los Pinos, que corre sobre el espolón tiene por tanto una vista bárbara del arroyo, particularmente hacia el sur, y baja para cruzarlo por un badén justo donde el espolón termina, en un lugar que es precioso al atardecer. Al norte de la curva el arroyo está bastante arbolado, mientras que al sur es abierto. A lo largo del arroyo hay una costanera con asadores donde la gente se junta a la tarde a tomar mate.

El clima es de lo más lindo, ya que salvo hoy todos los días estuvieron despejados. De todas formas esta es la temporada seca, así que ni miras de llover. Los primeros días estuvieron algo frescos pero últimamente cuando sale el sol la temperatura se vuelve agradable y se puede andar en remera. Eso si, en cuanto el sol se pone tras los montes la temperatura baja muy rápidamente.

Con el día algo fresco, y por supuesto nublado, decidimos ir caminando en busca de facturas para la merienda a la panadería pero en el trayecto le ofrecí a Vane desviarnos e ir a tomar te con torta a Lunamakena, aprovechando que era domingo y estaba abierto. Lunamakena es una casa de te (lo que nosotros diríamos confitería) / hospedaje al este del pueblo, ubicado con una vista espectacular de las sierras al norte. Pedimos dos porciones de torta, Vane torta de chocolate con merengue y yo de tarta de frutilla, ambas muy ricas. La tarta de frutilla estaba en el punto justo, ni ácida ni empalagosa y en cuanto a la torta de chocolate era rica pero el merengue era muy raro: parecía pura azúcar.

De cena, ni que hablar: sobras de pizza.

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Día 7

Hoy fue nuevamente un dia de relax. Nos levantamos bastante tarde debido a que Tomi sigue sin dormir bien, y por ende nosotros, Vane especialmente, tampoco. En lugar de desayunar en la cabaña decidimos ir caminando todo por adentro del pueblo hasta la panadería, donde también tienen un café. Café con leche (café doble en mi caso) con medialunas fue el pedido. Aprovechamos el viaje de vuelta para sacarnos algunas fotos en el puente peatonal que cruza el arroyo.

El resto del día lo pasamos entre tomar sol, tratar de dormir a Tomi (algo imposible, no está durmiendo nada) y, en mi caso, escribir el diario de viaje. A la tarde hubo licuado de banana hecho en la licuadora que tuvimos que comprar cuando fuimos al super, ya que nos habíamos olvidado la procesadora para hacerle la papilla a Tomi. Dado que tener dos procesadoras no tiene mucho sentido, compramos la licuadora que nos sirve igual para la papilla y también para hacer licuados.

De cena pedimos pizza en lo que creo que es la única pizzería del pueblo, o al menos la única cerca del centro, que es donde estamos. La pizza era hecha a la parrilla y ofrecían un gran total de 8 variedades, todas basadas en la tradicional grande de muzzarella. Si estaban con ganas de una fugazzeta, olvidensé: no hacen. La grande (único tamaño, por otra parte) costaba entre $24 y $28, o sea que no era particularmente barata y, aunque no era mala tampoco era para decir "que buena pizza!". En fin, medio que un robo, especialmente porque creo que ni siquiera amasan ellos, sino que compran prepizzas los muy estafadores. Pedimos un de morrón para Vane y una calabresa para mi, acompañados por una empanadita de carne y una de jamón y queso (fritas) para cada uno. Por supuesto, la pizza que sobró quedó para el desayuno.

A Tomi finalmente encontramos como hacerlo dormir mejor. Primero que nada, le aumentamos la porción de la comida, ya que aparentemente se estaba quedando con hambre. Además, hicimos un trueque: el duerme un nuestra cama y nosotros en los sillones. Esto no es tanto por Tomi sino por la madre, a la cual la matrimonial le rompe la espalda.

En cuanto a Tomi, para las abuelas que preguntan, la verdad es que creo que la está pásando bien. Anda bastante serio, mirando todo con atención y nos dedica de tanto en tanto una de sus preciosas sonrisas. Más allá de algún berrinche ocasional y los problemas de sueño ya mencionados, no está dando mayores problemas. Le gusta jugar en los juegos que tiene el parque de las cabañas, especialmente en el tobogán, del cual ya le estuvo aprendiendo el truco y ya se pone en posición para deslizarse mejor. También le gusta estar en el corralito rodeado por sus juguetes: los agarra, los muerde y de vez en cuando aprovecha que está sentado para cagarse. El único problema es que cada vez que lo llevamos a algún lado la gente empieza "Que lindo bebé!" y nos lo ojean. La única excepción es la chica de la panadería, que es una amarga total, lo cual en el caso de Tomi es una ventaja.

domingo, 5 de julio de 2009

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Día 6

Hoy nos fuimos a La Punta!


Ver Recorrido a La Punta en un mapa más grande

Los planes para hoy eran visitar La Punta. Así se llama una ciudad que los Rodriguez Saá fundaron un poco al norte de San Luis y declararon "primera ciudad del siglo XXI". Para llegar a la ciudad, ubicada al oeste de las sierras había que atravesar la parte más alta de las mismas. Salimos de Potrero de los Funes por una ruta que bordea uno de los arroyos que cruzan la ciudad y fuimos subiendo por su valle casi hasta la vertiente. La ruta era excelente y se notaba que era bastante nueva. A diferencia de nuestro viaje anterior, en este caso la ruta era más escarpada aunque la subida no fue nada comparada con la bajada ya que la sierra en su borde occidental se levanta casi como una muralla, por lo que la bajada fue por un caracol no apto para personas impresionables.

Llegados a La Punta pasamos por el estadio Juan Gilberto Funes, que tiene una sola tribuna, y de allí entramos a la ciudad, compuesta entereamente de casas bajas calcadas unas de las otras, ya que evidentemente el gobierno las construyó todas juntas según el mismo plano. A la ciudad (por poco, sólo tiene 11.000 habitantes) se la nota nueva y todavía incompleta. Al norte de la ciudad está la Universidad de La Punta y los estudios San Luis Cine.

Dimos una pasada rápida y seguimos por la ruta provincial 3 al norte, rumbo a Villa de la Quebrada para ver un poco el paisaje. Es increible el cambio que unos pocos kilómetros hacen. Si en la parte oriental de las sierras abundan los pastizales y las tierras de cultivo, al oeste es todo matorrales y zonas áridas, con las cabras reemplazando a las vacas. Cruzamos varios cursos de agua, pero todos estaban secos, a diferencia de lo que ocurría del otro lado. Las sierras tambien son distintas de este lado, ya que los cerros son más altos y forman una muralla continua, mucho más abrupta.

Llegamos a Villa de la Quebrada y nuevamente se notó el contraste, si al este hay pueblos de fin de semana pintorescos, al oeste los pueblos son mucho más pobres, con casas y autos viejos y polvo por todos lados. El circuito indicaba que se podía seguir al norte hasta el embalse de Nogoli, tomar la rutas nacionales 146 y 20 y llegar a Luján o Quines, o bajar por la provincial 9 a San Francisco del Monte de Oro donde Sarmiento tuvo su primera escuela. Sin embargo el viaje hasta cualquiera de esos lugares iba a ser más largo de lo que teníamos ganas de hacer así que pegamos la vuelta.

De nuevo en La Punta paramos en la Universidad, más precisamente en el parque astronómico. El planetario estaba cerrado pero pude recorrer un parque donde tenían réplicas de antiguos instrumentos astronómicos. Ya sin más encaramos la vuelta y en este caso nos tocaron los caracoles de subida. Subir en este caso es mucho más impresonante que bajar, ya que uno puede ver desde abajo todo el camino a recorrer. Una parada en el mirador del punto más alto de la ruta para sacar fotos y volvimos a casa.

En la cena tenía pensado lucirme haciendo un rack de cordero a la parrilla acompañado con papas y batatas al disco de arado. Preparé bastante fuego y distribuí las brasas bajo la parrilla para cocinar al cordero y los leños enteros bajo el disco de arado, al que una vez caliente le puse algo de aceite y le eché las papas y batatas cortadas en rodajas grandes. El disco de arado solo tenía suficiente aceite como para sumergir las rodajas en el centro, por lo que las fui rotando de modo que quedaron en parte fritas y en parte hechas como si fuese al horno, bien doraditas. Las que iban quedando listas las saqué en una olla a la que puse sobre la parrilla con algunas brasas debajo para mantener la temperatura.

Mientras tanto, el "vacío" del cordero (la parte del rack sin hueso) había quedado listo y ahí fue donde cometí el gran error. Con Tomi durmiendo Vane no iba a salir para comer conmigo frente a la parrilla y no daba para que cenara sola, así que dejé el costillar terminandose de asar y fuí a comer el vacío con Vane. Estaba rico pero algo grasoso lo cual debería haber despertado mis sospechas, pero no lo hizo. Cuando terminé y salí a ver en que andaba el costillar lo encontré prendido fuego (literalmente) ya que toda la grasa que tenía se ve que primero chorreó y tomó fuego entre las brasas para después arder directamente en el mismo costillar. El costillar quedó bastante chamuscado aunque por suerte no carbonizado. Eso sí, adentro todavía estaba crudo. Decir que se me arrebató es poco.

sábado, 4 de julio de 2009

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Día 5

Luego de las peripecias del día anterior, el jueves fue un día de fiaca completa. Sólo salimos a comprar algo de verdura pero por lo demás la pasamos en casa. Vane preparó de almuerzo arroz con pollo mientras yo trataba infructuosamente de conectarme por videochat con Mamá. La conección Wi-Fi será gratis en San Luis pero es bastante inconstante y por momentos la recepción se vuelve horrible y la velocidad re lenta. Aproveché sin embargo para subir las fotos y comenzar a escribir este diario de viaje, de modo de poder contar lo que nos pasó y que a Tomi le quede el recuerdo de sus primeras vacaciones.

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Día 4

Hoy decidimos hacer nuestro primer recorrido, el circuito de las Sierras Puntanas


Ver Recorrido Sierras Puntanas en un mapa más grande

El circuito entrañaba visitar las ciudades de El Volcán, Trapiche, La Carolina, la gruta de Inti Huasi, el yacimiento arqueológico de La Angostura y el embalse de La Florida. Considerando la dificultad de darle de comer en la ruta a Tomi, decidimos salir tipo 13:00, justo luego de darle de comer, y almorzar nosotros en el camino. Salimos pues para El Volcán, listos para hincar el diente en el primer restaurant o parrilla que se nos cruzara. Lamentablemente El Volcán, un pueblito de casas de fin de semana un poco venido a menos que se desarrolla a lo largo de un arroyo, no tenía ningún lugar abierto donde comer, así que paramos en una panadería y compramos facturas, que se convertirían luego en nuestro almuerzo. Sin más nos dirigimos a nuestra siguiente parada, Trapiche, tomando la ruta provincial 9.

La ruta 9 entre El Volcán y Trapiche sale de las sierras y atraviesa zonas llanas de sembradíos. Si no fuera por las ondulaciones uno diría que aún está en la llanura pampeana lo cual no es del todo errado, ya que la pampa muere justamente ahí, al pie de las sierras de Córdoba (o Puntanas, como las llaman acá). La ruta en si era muy bonita, de doble carril y arbolada a los lados. Trapiche se encuentra ya subiendo a la sierra de nuevo y, como El Volcán, se desarrolla a ambos lados de un arroyo. No tan arbolado, las casas son sin embargo más nuevas y lindas, lo que lo hace más pintoresco. En el pueblo hay un mirador desde donde se puede ver parte del embalse de La Florida, ya que el dique queda a sólo 6 Km de Trapiche.

En Trapiche buscamos nuevamente donde comer, e inclusive fuimos un poco hacia el lado de La Florida, donde un cartel en la entrada de un camping prometía "Hoy Asado" pero se ve que "Hoy" no era realmente ese día, ya que estaba desierto. Ya resignados a no encontrar donde almorzar, nos comimos las facturas camino a La Carolina.

La ruta 9 entre Trapiche y La Carolina se internaba en las sierras pero las pendientes eran suaves y no había caminos de cornisa. Eso si, tanta curva y contracurva empezó a marear a Vane, que casi no pudo disfrutar del paisaje. La zona de La Carolina ya había sido colonizada en la época de los españoles y se podía ver a lo largo del camino muros de piedra, kilómetros y kilómetros de ellos, que se usaban para delimitar los campos antes que existiese el alambrado, a veces bajando de los cerros en unas inclinaciones que hacían pensar quien había sido el inconciente al que se le dió por hacer un muro ahí. Los campos eran mayormente pastizales y cada tanto se veían vacas en ellos, todo salpicado por piedras que sobresalían aquí y allá.

Llegamos por fin a La Carolina, un pueblo de la época de la colonia al pie de un cerro, donde en aquellas épocas había una mina de oro. El pueblo era más sobrio que Trapiche, con muchas casas de piedra, el infaltable arroyo y una espesa arboleda, sin hojas por el invierno. En verano debe ser un lugar precioso pero ahora en invierno tenía un aspecto de seriedad casi medieval. Lamentablemente el estómago de Vane a esa altura no daba para más así que desistí de subir al cerro para ir a la mina.

Salimos de La Carolina y de la ruta 9 para tomar la prvincial 10 e ir a Inti Huasi, donde hay un yacimiento arqueológico. La ruta iba bordeando los cerros que sobresalían entre los pastizales, incluyendo uno, al que lamentablemente no le sacamos foto, que nos hizo acordar al Peñón de Ifach en Alicante. Llegados al cerro Inti Huasi, guiados por la hasta ahora infalible Lola, encontramos una gruta que formaba una especie de arco reparado de las inclemencias del tiempo y donde se han encontrado restos que indican que ha sido habitada por aborígenes nómades intermitentemente durante los últimos 8000 años. Si en la gruta hubo alguna vez pinturas, rastros no quedaron, lo cual no es demasiado sorprendente considerando que en la gruta hay una vertiente y el agua gotea permanentemente de las paredes, donde se forma una capa bastante espesa de musgo.

La siguiente parada era La Angostura, donde si esperábamos ver pinturas rupestres, pero para llegar allí había que atravesar unos 10 Km de camino de ripio. El ripio por supuesto no me preocupaba pero lo que no me esperaba era el tipo de camino que nos encontramos. La ruta parece que la habían trazado siguiendo la cresta de una serie de montes por lo que habitualmente te encontrabas caminos de cornisa, subida y bajadas bastante abruptas y, en general, una ruta bastante poco nivelada ya que se inclinaba en el sentido del monte. La vista, eso si, era espectacular y, forzados por la ruta a ir despacio, el estómago de Vane pudo recuperarse, no así sus nervios. Por supuesto, Mamá en una ruta así tiene que ir vendada. Yo por mi parte debo reconocer que me tome la ruta con calma y no tuve problemas.

Aunque sin duda pareció más, el tramo complicado no nos habrá llevado ni 10 minutos ya que después el camino comenzó a seguir el curso de un arroyo casi desde su vertiente y los caminos de cornisa quedaron atrás. Fue siguiendo dicho arroyo que pasamos por un rancho donde un gaucho estaba ensillando su caballo y al vernos pasar puso una cara de "¿Quienes demonios serán estos?" terrible. Se ve que la zona no es muy transitada. Un poco más allá cruzamos el rio Cañada Honda (por un badén, como casi todos los cursos de agua que hay acá) en un lugar que era verdaderamente precioso pero donde tampoco sacamos foto por falta de un buen lugar para parar el coche. No mucho más allá llegamos a la ruta provincial 37 y volvió el asfalto.

El camino a La Angostura no fue muy distinto al camino a La Carolina y al llegar Lola nos indicó que nos metieramos campo adentro de una tranquera. No, no estaba equivocada, los carteles de la ruta decían lo mismo. Lamentablemente el camino de acceso era una simple huella y los baches le hacían bambolear la cabeza a Tomi para todos lados por lo que desistimos de seguir adelante y volvimos para la ruta, rumbo a La Florida.

El dique de La Florida es un tanto raro. Normalmente se construye un dique en la entrada a un valle y el agua se embbalsa de allí para atrás pero en el caso de La Florida se ve que el valle tenía varias entradas y no les daba la profundidad que querían por lo que construyeron varios diques en distintos puntos para formar el embalse. Aguas abajo de uno de dichos diques se encuentra el pueblo de La Florida. La verdad que ahí yo no viviría ni loco, no se como alguien puede vivir tranquilo en una casa bajo el nivel del embalse y justo en el camino del agua si el dique se llega a romper.

De La Florida volvimos a Trapiche bordeando el embalse y de allí de vuelta a la cabaña. Saliendo de El Volcán Lola nos engañó y nos hizo mandarnos por un camino de ripio. A la ida había intentado lo mismo pero yo la ignoré y seguí por el asfalto, pero a la vuelta me agarró desprevenido. Igual, después del camino de los cerros, no me iba a asustar por un poco de ripio plano, así que no hubo mayores problemas, salvo un badén para cruzar un arroyo bastante crecido, que de todos modos pasamos rápido y sin problemas. Todo el recorrido nos había llevado cuatro horas y media.

Ya de vuelta en casa Vane y Tomi se dedicaron a descansar y yo a hacer algo de fiaca. De cena los planes eran hacer unos churrascos a la parrilla pero los vecinos me ganaron la parrilla de mano y pusieron un par de pollos. Sin embargo, como vi que me usaron la leña que había comprado (y sin siquiera pedir permiso, por cierto) no tuve empacho alguno en presentarme en la parrilla con los churrascos, pedirle un poquito de lugar y de fuego (que era de mi leña, despues de todo) y hacer los churrascos que, lamentablemente, resultaron duros.

jueves, 2 de julio de 2009

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Días 2 y 3

Nos levantamos temprano por lo que resultó útil saber donde quedaba la panadería, ya que se nos antojaron facturas para el desayuno. Con Vane y Tomi aún reponiéndose del viaje decidimos quedarnos en la cabaña haciendo fiaca y, en mi caso, leyendo todo lo que salió en los diarios sobre las elecciones.

La cabaña hay que reconocer que es muy bonita. El frente y los laterales son de troncos de madera y solo el fondo y las paredes internas son de material. Al frente tiene un pequeño porche y luego se entra a la cocina comedor. Al costado de la misma, sin dividir, hay un living con dos camas que hacen de sillones. Detrás de la cocina está el baño y detrás del living la habitación matrimonial. Los colchones son de resorte y el matrimonial algo duro, por lo que la espalda de Vane no anda muy bien que digamos.

El principal problema de la cabaña es que mira al sur y le da la espalda a un acantilado así que no solo nunca le entra sol por las ventanas sino que el sol ni siquiera le da la mayor parte del día, por lo que es algo oscura y fría, aunque por suerte tiene estufas de sobra. Las cabañas en total son tres, dos abajo y una más arriba del acantilado, a la que se accede por una escalera. Afuera de las cabaña hay un parque en declive con una pileta y algunos juegos para nenes, además de una parrilla y un horno de barro. Al lado hay otro lote de los mismos dueños con más cabañas, una aún en construcción, aunque estas son de material.

Un poco antes del mediodía salimos para comprar algo de comer. El pueblo no tiene mucho pero por lo menos hay una verdulería con una verdura excelente donde pudimos comprar zapallo, zanahoria y acelga para Tomi y un almacén al lado donde compramos ñoquis (era 29 despues de todo) para almorzar y fiambre y pan para hacer sandwiches. No hubo suerte sin embargo con la carne para el asado que yo quería comer, ya que según nos dijo el verdulero la única carnicería del pueblo solo abre los fines de semana.

A media tarde llegaron nuestros vecinos, un grupo que está instalando un nuevo registro automotor en San Luis a los que el gobierno les pagó el pasaje en avión ida y vuelta para que el domingo fueran a votar. Aparentemente antes tenían asignada esta cabaña porque una de las chicas (la única del grupo en realidad) se mandó como pancho por su casa hasta que se topó de frente con Tomi a upa mío, tras lo cual pidió disculpas y se retiró.

A la tarde nos fuimos al Walmart en San Luis con toda la idea de comprar todo lo que nos hiciera falta, incluído el asado para la cena, pero al llegar a la caja (por suerte antes de pasar) nos dimos cuenta que ninguno de los dos había traído su billetera, por lo que tuvimos que dejar todo y volvernos. Por suerte había como para hacer sandwiches de cena. Luego de cenar intentamos dormir a en el corralito que nos habían dejado, pero estaba muy cerca del piso y por lo tanto era muy frío. Eso, sumado a que Tomi seguía durmiendo mal nos hizo terminar pasándolo a una de las camas del living, usando el corralito como baranda. El corralito quedó entonces solo como área de juego ya que a Tomi le gusta estar sentado ahí rodeado de sus chiches.

Al día siguiente a la mañana volvimos a ir al super, esta vez con plata, y de ahí fuimos en busca del Banco Nación para pagar la multa cordobesa. Debería haberle tenido más confianza a Lola, ya que la dirección que me marcó me parecía que no era y al final resultó que si: la sucursal del Banco Nación estaba adentro de un Plaza Vea.

Ya de vuelta y finalmente habiend comprado carne me di el gusto de hacer un asado en la parrilla. De los tres cortes de carne que compré el vacío y el pechito de cerdo estaban buenísimos pero el asado resultó duro. La tarde estuvo dedicada a la fiaca y de cena hubo asado recalentado, así que nos fuimos a acostar temprano con idea de salir a recorrer al día siguiente. Lamentablemente Tomi tuvo otra mala noche, probablemente debido a que el ambiente seco le secaba la nariz y la garganta y le daba mucha sed, por lo que no dormimos muy bien que digamos.

Vacaciones en Potrero de los Funes, San Luis - Día 1

A pedido del público, vuelve el diario de viaje para relatar nuestras peripecias en las primeras vacaciones formales de Tomi (la escapada a Mar del Plata en el verano no cuenta).

El viaje comenzó el Domingo 28 temprano pero no tanto. Ya desayunados y con las valijas abarrotando el auto (parece mentira, pero ya nos quedó chico) a las 9:30 salimos a votar y de allí directo a la ruta. Por suerte tanto Vane como yo hicimos rápido en las mesas que nos tocaron así quea las 10:15 ya estabamos en la autopista y siguiendo las indicaciones de Lola (o debería decir Lolo, ya que le cambié la voz al GPS de Española a Argentino) nos dirigimos a nuestra primera parada: Junín.

El viaje a Junín transcurrió sin complicaciones y a las 12:30 paramos en la misma estación de servicio en la que habíamos repostado camino a Mendoza en 2006. Allí le dimos de comer a Tomi y almorzamos Vane empanaditas y yo un sanguche (a una flauta de jamón y queso no vale decirle sandwich) que compramos ahí mismo. Tomi aprovechó la parada para mirar todo con mucho interés.

13:45 seguimos viaje rumbo a nuestra segunda parada programada, Laboulaye. En el camino debíamos cruzar la laguna La Picasa, donde la ruta 7 estaba cortada en 2006 pero se ve que finalmente la repararon El hecho que la laguna estuviese bastante seca seguro ayudó. En varias partes, no solo ahí, nos cruzamos con lagunas que se habían secado total o parcialmente, dejand a la vista antiguos postes de alambrado que habían pasado muchos años bajo el agua.

Veníamos bien de tiempo y Tomi estaba dormido, por lo cual tenía pensado seguir de largo de Laboulaye y parar en Vicuña Mackenna cuando, 5 kilómetros antes del pueblo me enganchó un radar. 123 Km/h cuando la máxima es de 110 Km/h y un exceso permitido de otros 10 Km/h, por lo cual me multaron con casi $500. Se ve que Córdoba necesita recaudar, tal y como me admitió el policía. Dado que practicamente no circulaba nadie en la ruta, sólo camiones, no me extrañaría que yo haya sido al único que pararon en todo el día, ya que de lo contrario no creo que se hubiesen molestado por 3 Km/h.

Por supuesto, ni de casualidad iba a para en Laboulaye después de eso así que seguimos de largo y a eso de las 16:30 paramos en una Esso en Vicuña Mackenna, donde Tomi se tomó una teta, bastante accidentada ya que nose decidía si tomar o mirar alrededor. Seguimos viaje una vez más para el último tramo. Lola diligentemente nos informó que llegaríamos a las 19:00, poco después de la caída de la noche.

Guiados por Lola, llegamos a la entrada a Potrero de los Funes, previo recorrer una pista de automovilismo (el circuito del lago) que cuando no se usa para carreras se vuelve carretera de uso general. Lamentablemente ahí se nos acabó la guía, por lo que luego de un par de llamadas y confusiones finalmente Antonio, el dueño de las cabañas, nos vino a buscar y nos llevó a donde era. De más está decir que para el GPS la zona donde estaban las cabañas era un descampado.

Dado que ya era de noche no había mucho para ver así que desempacamos, le dimos de comer a Tomi y me fui en busca de algún lugar donde vendieran asado pero lo único que encontré abierto fue una panadería que solo tenía cuatro sandwiches de miga. Eso y unas galletitas fue toda nuestra cena y nos fuimos a dormir. Dado los nervios de Tomi por estar en un lugar desconocido y el dolor de cabeza de su madre, Vane durmió con el y yo terminé en la cama del living viendo hasta tarde los resultados de las elecciones.