martes, 27 de mayo de 2008

sábado, 24 de mayo de 2008

México DF - Día 7

Hoy fue un día turístico.

Mi idea era levantarme temprano, tipo 9:00, para así poder dedicarle el día a recorrer. Sin embargo, y debido a que el horario del celular, que ya tiene señal, se me reseteó ayer a la hora de México al apagarlo y volverlo a prender, me terminé levantando a las 11:00 que es la hora que yo había programado teniendo en cuenta la diferencia horaria con Buenos Aires. ¿Qué tiene que ver el celular, se preguntarán? Pues bien, la habitación no contaba con reloj despertador (?!), por lo que el celular suplió su función.

Ya desayunado, hice el check out y me dirigí en taxi al aeropuerto con idea de dejar ahí la valija en un locker e ir luego a recorrer el Zócalo. Perdí como 40 minutos buscando los lockers, pero al final dejé mi valija y me tomé el metro con destino al Zócalo. El metro de México parece sacado directamente de una película de Olmedo y Porcel. No está descuidado pero mantiene una estética, tanto en la arquitectura como en la señalización, muy de década del setenta. Una cosa curiosa es que cada estación tiene un símbolo, como una especie de gráfico que la relaciona con el nombre o el lugar. Supongo que debe ser para que la gente analfabeta pueda manejarse en el metro sin problemas.

Luego de tres combinaciones, aparecí en el Zócalo, que es la plaza central de la ciudad de México y, como corresponde a la urbanización española, está rodeada por la Catedral, el Ayuntamiento de la ciudad y el Palacio Nacional, antes Palacio del Virrey. Cualquier semejanza con la Plaza de Mayo es pura coincidencia. El estilo de los edificios es claramente colonial español y de mucho lujo. En los alrededores de la plaza había personas en vestidos ceremoniales indios, ejecutando danzas y rituales de purificación, en los que la gente se paraba sosteniendo un ramito de hojas y el hechicero los hacía mirar a los cuatro puntos cardinales mientras los bañaba en humo de incienso.

Mi primera parada fue la Catedral, realmente preciosa y con mucho ornamento en oro y de allí fui hacia las ruinas del templo mayor azteca. El templo originalmente se creía que estaba bajo la catedral, pero en 1978 se descubrió de casualidad que no estaba allí sino al costado, en terrenos donde los conquistadores habían construido sus casas y que ahora tenían edificios viejos y mal mantenidos, que fueron demolidos. Recorrí las ruinas, me saqué una foto junto a una estela de Coyolxauhqui y visite el museo anexo, en un paseo muy interesante y bien explicado por placas en distintos puntos.


A la salida del templo decidí recorrer un poco la zona, y encaré para el norte. El norte del Zócalo era realmente lamentable, imagínense Once pero con edificios del 1800 veniéndose abajo a pedazos. Cambié de rumbo y, guiado por las torres, me dirigí por la avenida 5 de Mayo hacia el Oeste. La avenida 5 de mayo tenía edificios estilo colonial pero muy paquetes y estaba llenos de negocios de ropa, principalmente para hombre, de marca.

En el trayecto se me dio por almorzar y paré en un restaurante muy bien ambientado llamado Mercaderes. Ahí me sirvieron con el servicio de meza una rodaja de zapallito cocido, probablemente al horno, cubierto con aceto balsámicop y aceite de oliva y unos panes muy ricos. Comí de entrada una tostada de róbalo, que era tipo un ceviche sobre una tortilla crocante y de plato principal un pollo oaxaqueño. Esta era una pechuga de pollo gratinada con queso y salseada con una salsa de tomate picante, montada sobre una base de huitlacoche, un hongo del maíz, y cebolla, rodeados de arroz y cubiertos con chauchas. Realmente exquisito y altamente recomendable para ir si se anda cerca del Zócalo a la hora de comer.

Seguí por 5 de mayo y desemboqué en el Eje Central Lázaro Cárdenas, donde está el hermoso edificio del Palacio de las Bellas Artes y, detrás de este la Alameda Central, un parque que no me impresionó demasiado. Crucé el parque y fui a dar al Paseo de la Reforma, una avenida muy ancha y arbolada que sería el equivalente mexicano a la Avenida del Libertador. Seguí por dicha avenida, que en cada cruce importante tiene una estatua o fuente, hasta llegar al monumento a Colón, donde paré a tomar un café en un Starbucks.

Párrafo aparte merece el restaurante del hotel donde estaba el Starbucks. Se llamaba Evita y era un restaurante argentino. Digan lo que quieran, pero nuestra gastronomía está conquistando el mundo: me he encontrado parrillas argentinas, restaurantes argentinos, pizzerías argentinas y puestos de empanadas argentinas por todos lados. De acuerdo a los mexicanos, los puestos de empanadas han hecho furor, ya que encajan bien con su tradición en tacos.


Seguí por Reforma, sacando fotos a edificios y monumentos, como al de los aztecas caídos defendiendo a su pueblo de la foto de arriba, hasta llegar a su fin frente al Castillo de Chapultepec. Lamentablemente ya eran más de las 18:00 y el acceso al parque y al castillo estaban cerrados. Dado que en mi visita anterior ya lo había visitado, decidí dejar atrás el castillo y retornar, vía metro, al aeropuerto.

Habiendo llegado al aeropuerto con más de cuatro horas y media de anticipación, decidí matar el tiempo adelantando la escritura de este post mientras aún tuviera los recuerdos frescos. Para mi sorpresa, el aeropuerto cuenta con una conexión Wi-Fi libre, y mejor que la del hotel dicho sea de paso, lo que me permitió no sólo escribir esta entrada sino también postearla con lo que ahora, con una hora y media para abordar, me pienso ir a tomar algo antes de subirme al vuelo que me lleva de vuelta a casa.

Eso es todo por este viaje, aunque seguramente mañana o el lunes estaré subiendo un post adicional, con vínculos a las fotos de hoy hoy y un mapa del recorrido.

P.D.: Fui a tomar algo y me pedí dos empanaditas. No queriéndome arriesgar a la de carne, pedí una de queso y una siciliana, que asumí tendría jamón y queso. La siciliana era, tal como pensaba, de jamón, queso y aceitunas. Lo que no me esperaba, sin embargo es que vieniera en un plato, completamente bañada en salsa de tomate.

México DF - Día 6

¡Se acabó el trabajo!

Esta mañana tuve, por primera vez en la semana, algo de tiempo libre. Después de dedicarle un tiempo a darles los toques finales a esta etapa y analizar con Mike los pasos a seguir, amén de dedicarnos un buen rato a ironizar sobre asuntos y personas diversas, cosa que a ambos nos gusta. Antes de cortar la charla, Mike aseguró estar esperando mi reporte completo de la semana lo cual no fue tanto un pedido como una obvia alusión a que, digno hijo de mi madre, suelo ser bastante extenso y detallista en mis correos.

Con Armando fuera de la ciudad fue Giovanna, la jefa de higiene y seguridad, la encargada de llevarme a almorzar, junto con Paco, el gerente de laboratorio y Manuel, quien honestamente no se que hacía, fuera de estar retornando de una sucursal en San Luis Obispo que está cerrando. Fuimos a un lugar llamado Toks, que es como una especie de cadena de restaurantes cuasi fast-food que se dedican a los platos típicos mexicanos. Allí nos encontramos con Eduardo, un vendedor a quien conozco desde el entrenamiento de Six Sigma, que hicimos juntos.

La comida que pedí fue una oaxaqueña, que son como canelones hechos de tortilla de maíz y rellenos de pollo, cubiertos con mole y acompañados de arroz a la mexicana, que viene con arvejas, zanahoria y un poco de salsa picante. La verdad, el mole no me gustó demasiado, prefiero mucho más el que probamos en Guadalajara en casa de los Telo, ese sí estaba bueno.

Durante la comida me toco presenciar una situación bastante incómoda, cuando Eduardo comenzó a realizar una serie de comentarios machistas, en obvia alusión a Giovanna. Creo que ella se puso algo incomoda y la verdad que yo no sabía donde meterme. No quiero decir que todos los mexicanos sean así, pero dudo mucho que una conversación semejante hubiese ocurrido en la Argentina, no al menos cuando hay presente gente con la que no se tiene confianza.

La tarde fue tranquila, dedicada principalmente al reporte de mi visita y luego me volví al hotel. Se suponía que, con Armando afuera, iba a ser Giovanna quien iba a pasar a buscarme para ir a cenar a un restaurant típico mexicano, pero me dejó plantado. Por ende, me decidí a cenar una hamburguesa. Será quizás porque tengo el estómago cerrado, pero no pude terminarme las papas que la acompañaban.

De nuevo al cuarto, me dediqué no sólo a escribir este post, sino también a transferir a este blog el diario de mi viaje a USA. Si les interesa, lo pueden encontrar en el archivo del año 2007.

Mañana, previo paso por el aeropuerto para dejar la valija, me dedicaré a recorrer el Zócalo y luego, de vuelta a casa.

viernes, 23 de mayo de 2008

México DF - Día 5

Primero que nada, y a pedido del público, la vista desde mi habitación:

Bonita, ¿no?

El día de hoy marcó el primer día en que no me sentí con sueño y cansado, lo que debe significar que ya me estoy acostumbrando a la altura. La mañana transcurrió sin mayores novedades y lo más notable fue el almuerzo, para el cual Armando me llevó a una parrilla argentina, con dueño argentino y todo, el cual declaró ser de Floresta (Gualeguaychú y Venancio Flores). De entrada fue un chorizo, de buena calidad pero algo falto de condimento para mi gusto, y luego un bife, que estaba espectacular. Lo curioso fue la forma de elegir el corte de carne: el mozo venía con una bandeja con todos los diferentes cortes de carne crudos, envueltos en film, y explicaba que y como eran. Los cortes eran, obviamente, mas bien del tipo americano que uno ve en Buenos Aires en las parrillas para turistas.

Durante el almuerzo estuvimos conversando sobre la situación en México: la guerra contra las drogas que está derivando en una verdadera "guerra sucia" y la inmigración ilegal a USA. Luego hablamos un poco de USA y de allí surgió una apuesta: si Barrack Obama es electo presidente, Armando me comprará una camiseta de las Chivas de Guadalajara. De lo contrario, yo tendré que comprarle una de River.

Por la tarde, luego del trabajo y de hablar con Vane, me fui para el shopping Plaza Satélite, ubicado en Ciudad Satélite que es, como Naucalpan, parte del conurbano de la Ciudad de México. El shopping es amplio, tipo la parte de negocios del Abasto pero de sólo dos pisos, y en tres laterales tiene tiendas departamentales, tipo Falabella, de dos o tres pisos: Puerta de Hierro (carísimo), Liverpool (caro) y Sears (horrible, tipo C&A). En el cuarto lateral están los cines en el primer piso y Zara en la planta baja. El shopping estaba pintado en salpicré crema y terracota y los techos eran en arco tipo el Abasto.

Dado que Vane me pidió que le comprara un saquito de hilo, me dediqué a recorrer tiendas de ropa femenina, que en general venían en dos tipos: caras y carísimas. La ropa en general me pareció entre un 20% y un 50% más cara que en Buenos Aires para cosas de igual calidad, dependiendo del caso. También noté que había muchas tiendas de ropa para mujer y niña que calificarían como vestidos de fiesta en la Argentina, no se si por que se usan más o que.

Luego de recorrer todas los locales sin encontrar nada que me gustara y/o estuviera a un precio razonable, empecé a recorrer las tiendas departamentales. En Sears no encontré nada que resultara atractivo ni del tamaño de Vane (igual que en C&A) y Puerta de Hierro me espantó en cuanto a precios pero allí encontré, en un sector llamado "Rincón Gourmet", ¡macadamias! Aparentemente las macadamias se cultivan en México por lo que, luego de varios años de extrañarlas, fui capaz de conseguirlas aunque, a decir verdad, todavía no las probé.

Por último fue el turno de Liverpool donde en un sector llamado Oh! Mamá, que vendía ropa de embarazadas, encontré justo lo que buscaba. Era un poco caro y el color no era el solicitado, pero al menos era bonito y no era un robo. Con la compra pagada con débito me hicieron un 15% de descuento, válido solo para gastar en el local, así que lo usé para comprar unos bombones al tequila.

Terminada la compra, me dirigí a un restorantito que me había llamado la atención al recorrer el shopping. Se llamaba "Las Fondues" y estaba ambientado con una mezcla de estilo mediterráneo y caverna, la verdad que muy acogedor. Cabe mencionar que como servicio de mesa me trajeron una bandeja de pan que, curiosamente, incluía medialunas y bizcochuelo de chocolate con banana; y un quesito blanco con hierbas que traía a modo de grisines bastoncitos de zanahoria, apio, el blanco de la sandía y otra fruta que se me escapa el nombre.

De plato principal pedí un steak de camarones, que resultó ser una especie de disco del tamaño de una hamburguesa hecho con camarones pelados, salseado con lo que parecía el juguito de un potaje de lentejas, pero picante, y acompañado de un timbal de arroz a la manteca con arvejas, granos de choclo y zanahoria en cubitos. La verdad que estuvo muy rico.

Finalizada la cena me volví, siendo el único incidente que el taxista se pasó del hotel y tuvo que dar una vuelta bastante grande para retomar cuando se lo indiqué. No se si quería pasearme o realmente se confundió, pero en todo caso me cobró de menos así que no hubo conflicto.

Eso es todo por hoy, mañana será la última entrada desde México ya que la entrada final del viaje la escribiré a mi vuelta a Buenos Aires

miércoles, 21 de mayo de 2008

México DF - Día 4

¡Al fin salió el sol!

Luego de varios días nublados, hoy finalmente amaneció despejado y pude ver el sol, aunque no duró mucho ya que al mediodía ya estaba nublado de nuevo y hasta llovió. En fin, no se puede pedir todo.

Ayer estaba tan cansado que me dormí apenas me apoyé en la cama y ni siquiera llegué a taparme, lo que hizo que el frío me despertara a eso de las 6:30. Aunque lo intenté, no pude volver a dormirme del todo, principalmente por los bocinazos de los colectivos, así que quede dormitando hasta levantarme a las 7:00.

El hotel está situado frente a una especie de autopista en la intersección con una avenida principal, por lo que sobre la autopista hay muchas paradas de colectivo. Los colectivos no son todos iguales sino que varían en tamaño desde grandes como los nuestros (los menos) hasta camionetitas tipo una traffic grande, que son los mas abundantes. Cuando llegan a la parada a veces tocan unos bocinazos, que supongo serán alguna especie de código.

La mañana en el laburo estuvo tranquila y al mediodía me llevaron a almorzar a una marisquería que se llama Fisher's, a la cual ya había ido en mi visita del 2003. Comí unas "tostadas" (otra vez una especie de taco abierto con una tortilla bien crocante) de jaiba (un pescado) y de atún y luego pedí un huachinango (otro pescado) al ajillo. Lamentablemente me quedé con ganas de probarlo, ya que huachinango no tenían, así que pedí un atún a la Rockefeller, que es un trozo de atun a la plancha, gratinado con queso y cubierto de salsa blanca con espinaca y bacon rallado. La verdad, estuvo exquisito y, tratandose de atún, creo que hasta a Vane le hubiera gustado.

La tarde estuvo más complicada, ya que tuve que dedicarla a realizar cálculos termodinámicos, cosa que se las regalo. De hecho, ni siquiera pude terminar para la hora de irme, aunque al menos ya tengo definidos que parámetros preciso considerar.

De vuelta al hotel me encontré a Vane conectada (en realidad Maru fue la primera en contestar) y con toda la casa revolucionada por el ratón rockerito que Ceci trajo de regalo para Bodoquito. Lamentablemente, y dado que la conexión sigue siendo una porquería, debí recurrir a llamar por teléfono para poder hablar de una manera medianamente normal y así fue como me enteré que Boca goleó al Atlas 3-0. Allá quedó pues el chiste que vi ayer en el diario en el que tres zorros del Atlas (así les dicen) metían un jugador de Boca al horno para comerselo, mientras el diario hacía hincapié en lo difícil que le era a Boca ganar en México.

Luego de chatear un rato con mamá, bajé para cenar y, dado lo pesado que me cayó la comida ayer, me decidí por pedir una ensalada César. La verdad, jamás comi una ensalada más rara, si es que eso calificaba de ensalada. Sobre el plato, tres hojas enteras de lechuga colocaditas bien planitas una al lado de la otra. Encima de la lechuga, una suprema de pollo grillada cortada en bastones, rociada con una vinagreta y un poco de queso rallado. A un costado, cuatro bastones de un pan finito, también tostado y bañado con la vinagreta. La presentación del plato, la verdad, era digna de ElGourmet.com, pero no parecía ensalada. Eso si, estaba rica.

En fin, eso es todo. Mañana me daré una vuelta por el shopping de Ciudad Satélite a ver si veo algo que valga la pena comprar, así que seguramente habrá bastante que describir.

México DF - Día 3

La pelota no dobla...

Eso lo dijo Pasarella con respecto a jugar en la altura y, más allá de las burlas que recibió, creo que algo de razón tenía. A mi por lo menos los 2200 metros de México me tienen mal. Ando cansado todo el día, me agito un poco al subir las escaleras y después de comer parece como si me fuera a desmayar. Seguro que ando con la presión por el piso.

El día lo inicié como ayer, y aproveché no bien me levanté para llamar a Movistar por el roaming internacional, a lo que me contestaron que, por ser una línea de empresa, es la empresa quien tiene que solicitarlo. En fin, sigo incomunicado. Previendo la larga mañana, esta vez desayuné un omelette y fruta como para que me dure más en el estómago, y a las 8 estaba en la planta. Los temas que vine a ver ya están todos encaminados, por lo que creo que la semana me alcanzará bien para todo y aún alguna que otra cosa adicional. La siguiente etapa del proyecto que me trajo acá es, ya está confirmado, las pruebas piloto en USA, así que sólo me queda confirmar con Mike la fecha exacta del viaje.

No los pienso aburrir con detalles técnicos de mi trabajo, pero una cosa interesante es ver como muchas palabras técnicas son distintas aquí: tubería en lugar de cañería, flecha en lugar de eje y así. Casi que voy a tener que aprender un idioma nuevo. Al fin de cuentas parece que para cada cosa tengo que saber cuatro nombres: en argentino, en mexicano en brasileño y en yanqui. Vaya uno a saber como llaman a todo los chilenos, ya que me veo que también habrá nuevas palabras allá.

Para almorzar esta vez nos fuimos hasta un shopping, Plaza Satélite, donde comimos en un restaurante italiano, que no es verdaderamente una trattoria italiana sino lo que los yanquis creen que es un restaurante italiano. En fin, estuvo lindo de todos modos y bastante rico, aunque no me pude terminar el plato. De entrada pedimos una porción de "calamari frito" (rabas) para compartir y de plato principal un "penne alla rustica", que no es ni mas ni menos que fideos con una salsa medio cremosa y quesosa.

El shopping no lo recorrí, aunque tengo intenciones de irme allá el jueves por la tarde, pero si paramos en un stand que vendía unos helicopteros a control remoto muy bonitos, de los cuales aparentemente Armando estab considerando comprale uno a su hijo. La verdad que cuando Bodoquito (no te quejes Andrea) sea lo suficientemente grande (unos tres años, calculo) yo también pienso comprale, aunque obviamente no lo va a usar hasta que no tenga edad suficiente y registro de conducir.

Armando aprovechó el viaje al shopping para que vayamos a una vinería donde me obsequió unlicor de tequila "Agavero", que me dijo es como un Bailey's a la mexicana. Habiendo averiguado que vinos le gustan a Armando (Cabernet y Merlot) prometí traerle vino argentino la próxima y de paso aproveché para recomendarle algunos que se vendían en la vinería: Rutini, Luigi Bosca, Las Moras, Lagarde, Terrazas y Trapiche, entre otras bodegas conocidas de las que habían vinos ahí. También habían unas cuantas marcas que me son totalmente desconocidas y que no me extrañaría fueran sólo de exportación.

La tarde transcurrió tranquila y a las 18 horas me volví al hotel, ya que los mexicanos tienen una jornada laboral de 10 horas y como donde fueres, haz lo que vieres, 10 horas también trabajé yo. El remoto de la televisión había reaparecido pero la conexión a Internet seguía siendo igual de mala, al igual que el bolígrafo que les compré a la mañana y que no escribe. Luego de un chat más que accidentado, me harté y bajé a cenar.

La cena fue una quesadilla, un sope de tilanga, que es una especie de taco de carne y pollo sobre una tortilla más bien dura y crocante y un sandwich de jamón, queso y bacon, en pan lactal. La cena, aunque no mucha (imaginense el equivalente tres empanaditas y un sandwich) me cayó pesadísima y aún ahora la siento como una piedra en el estómago. Creo que mañana veré de cenar algo más liviano, tipo ensalada.

Al subir, finalmente le encontré la solución al problema de Internet: me conecté a otra red que no es la del hotel y no volví a tener problemas. Veré si puedo hacer lo mismo mañana, así puedo videochatear con todos.

En fin, eso es todo por hoy. Mañana, un nuevo capítulo.

martes, 20 de mayo de 2008

México DF - Día 2

El día comenzó a las 7, y en seguida se volvió accidentado debido a una barra toallera no muy bien colocada que se desprendió cuando quise sacar la toalla ocasionando que me cayera, con el saldo de algo de piel levantada en los nudillos de la mano izquierda, un pequeño corte en la palma derecha y un moretón donde la panza golpeó el borde de la bañera. Si fuese más flaco, ese golpe no me lo hubiera dado. A la gente del hotel no me pareció que les importase demasiado cuando les comenté la novedad y ni siquiera intentaron hacer que me viese un doctor, lo cual me parece bastante irresponsable de su parte ya que si yo llego a quebrarme o golpearme luego bien puedo echarles la culpa a ellos y no tienen forma de deslindar responsabilidad.

Luego de desayunar me estaba esperando en el lobby del hotel Armando, mi contacto en México, y de allí fuimos caminando a la planta, que queda a la vuelta del hotel. Armando me presentó a su equipo y pasamos la mañana viendo las necesidades del proyecto que me trajo aquí. Para eso de las 12 ya estaba yo medio muerto de hambre porque desayuné medianamente liviano (un huevo, un par de trozos de salchicha y café) y no había cenado, pero resulta que aquí se almuerza a las 14 hs, cuatro horas después de la hora en que mi estómago está acostumbrado, así que no me quedó otra que aguantar.

Para almorzar fuimos a un restaurante especializado en pescados donde comimos unos tacos al pastor de pescado (buenísimos!!!) de entrada y un filet de pescado almendrado (mero a la plancha cubierto con salsa de almendras y acompañado de arroz y vegetales) que estaba excelente. De postré pedí un flan napolitano, que parecía a medio camino entre un flan y un postre de vainilla, cubierto con caramelo.

La tarde fue corta, mayormente dedicada a reportes y a sacar fotos del proceso. Mike escribió para comentar que había pedido turno en la planta piloto de Carlstadt para la primera quincena de Junio, así que mi próximo viaje seguramente será ir para New Jersey después de 4 de junio, ya que el 4 tenemos tuno con el obstetra y no pienso faltar. Si voy para los USA veré de enmendar mi papelón y comprarle a Vane un conjunto en Victoria's Secret que realmente le vaya.

A la tarde, ya de regreso me encontré conque no podía acceder a la habitación ya que la tarjeta se había "desmagnetizado". Solucionado esto, me dediqué a llamar a Movistar para activar el roaming internacional pero ya era demasiado tarde: el horario de atención había finalizado. Acto seguido Internet provisto de una clave válida por una hora que me dieron en recepción y me encontré con Vane en línea, por lo que estuvimos videochateando mientras ella cocinaba y luego cenaba, con la laptop apoyada en el freezer. Milagros de la tecnología, haber podido cenar juntos a pesar de la distancia. Por supuesto, tal y como le dije a Vane, me patiné la hora entera en el videochat, hasta quedarme sin conexión.

Pedí una nueva clave para poder videochatear con mamá, que esperaba en línea, pero en la recepción me dijeron que me conectara con mi nombre y número de habitación. No se si a partir de ahí empezaron a tener problemas o es que esta era una conexión "de segunda", pero lo cierto es que cada 5 minutos me desconectaba, por lo que de videochat ni hablar.

Bajé un rato para cenar, quesadilla de entrada (una especie de empanadita de queso) y arrachera tampiqueña de plato principal, que es como un churrasquito acompañado de frijoles refritos, arroz, guacamole, taquitos de pollo y chiles toreados, los chilecitos verdes chiquitos y muy picantes que a veces se encuentran en nuestros supermercados, hechos a la plancha. Probé apenas una puntita de un chile y me dejó la boca ardiendo, no se como los comen. Del resto, comí todo salvo los taquitos de pollo, ya que estaban cubiertos de una salsa que no me gustó, no se de que sería.

Ya de vuelta en la habitación se me dio por comenzar este blog, pero dadas las interrupciones permanentes quise prender la tele y ahí descubrí que el remoto había desaparecido de la habitación. La verdad que el servicio del hotel cada vez mejor! Desistí de la tele, no tenía ganas de volver a llamar a la recepción para quejarme, y me concentré en escribir hasta que, siendo las 23:30 me venció el sueño, decidí dejar el relato del día para la tarde siguiente, y me fui a dormir.

México DF - Día 1

Empecemos por lo que siempre preguntan, el vuelo. El viaje Buenos Aires - Santiago por LAN estuvo más que bien, ya que casi ni hubo turbulencia al cruzar la cordillera. En Santiago casi ni estuve, ya que teníamos que volver a abordar el mismo avión en el que vinimos en eso de una hora, la mayor parte de la cual me la pasé esperando a que me atiendan en un stand de Movistar, ya que el teléfono no tenía línea y yo no podía llamarla a Vane. Cuando tocó mi turno, la chica muy amablemente me dijo que el roaming internacional estaba desconectado y ella no lo podía solucionar, por lo que tenía que comunicarme telefónicamente (?!) con Movistar en Buenos Aires. Luego de esto ya no hubo mucho que esperar, ya que el vuelo a México estaba embarcando.

El segundo tramo del viaje fue igual de tranquilo, aunque obviamente largo. Dado que ninguna de las películas que daban la quise ver, ya sea porque las quiero ver con Vane o porque no me interesaban, me dediqué alternativamente a ver capítulos viejos de Dr. House (dicho sea de paso, genial el sistema de pantallas individuales de los asientos de LAN) o a leer Orgullo y Prejuicio en el libro con las obras completas de Jane Austen, en inglés, que me compré en Ezeiza. Dormité apenas un poco y ya cerca de las 21:30, hora local, aterrizamos. Lamentablemente el avión estuvo como media hora esperando para conectarse a la manga lo que, sumado a las colas en Migraciones y Aduana, hizo que recién a las 23:00 horas me estuviera subiendo a un taxi F1 que, una vez que salió del embotellamiento que había cerca del aeropuerto, me hizo sentirme como en una montaña rusa y a eso de las 23:30 me dejó en el hotel.

El hotel, Fiesta Inn Naucalpan, es el típico hotel de mediana categoría, bonito y limpio pero nada de demasiado lujo. Sin embargo, ya al poco tuve oportunidad de comprobar que el servicio deja bastante que desear. Habiendo almorzado un delicioso salmón en el vuelo pero no cenado, me agarró algo de hambre así que, mientras trataba de seguir las instrucciones, que estaban mal, para poder llamar por teléfono a Vane y dejarla tranquila por fin, decidí pedir una hamburguesa al cuarto. Habiéndola pedido antes de las 12 y siendo esta prometida en 25 a 30 minutos, eran la 1 y todavía no llegaba, por lo que la cancelé y, cual nene castigado portarse mal, me fui a dormir sin cena.

Introducción

Dado el éxito que tuvo mi anterior diario de viaje vía email durante mi visita a Rio de Janeiro, decidí repetirlo en esta ocasión sólo que cambiando su formato a blog.

Aventuras, desventuras, comidas y hoteles, como de costumbre en un sólo lugar así los tengo a todos informados.

Besos,

Yo